Europa tiembla y no por el frío. El veneno del yihadismo ha inoculado en París una buena ración de terror en todo el continente. Todos los países de la Unión Europea revisan su estado de alerta durante estos días de fiestas y compras navideñas a raíz de los últimos ataques. El que más lo va a notar es Francia, que permanecerá en emergencia al menos durante tres meses. Esta decisión, que ya impide las manifestaciones públicas, puede tener tener otras consecuencias, porque permite al Elíseo decretar el toque de queda, cerrar salas de conciertos y sellar fronteras.

El Reino Unido también se encuentra en un estado de alerta sólo por debajo del más elevado. Scotland Yard ha reforzado puertos y aeropuertos, así como citas culturales y deportivas. Mark Rowley, asistente del comisario de la Policía Metropolitana de Londres, asegura que la amenaza terrorista en la ciudad permanece como «muy posible» y no descarta aumentar el nivel hasta el máximo.

Alemania ha reforzado todos los pasos fronterizos con Bélgica. Suiza y Holanda han hecho lo mismo con todos sus accesos mientras que Italia, por orden de Matteo Renzi, ha elevado su nivel de seguridad hasta la alerta máxima en todo el territorio nacional, pero especialmente sobre los centros neurálgicos de Roma y Milán, los más vigilados.

El Gobierno de Bélgica, uno de los más tocados en esta crisis, ha elevado durante esta semana todos sus niveles de emergencia, lo que significa que la policía está habilitada para realizar «registros sistemáticos» y apagones informativos como el vivido durante las redadas en busca de los terroristas de París de esta misma semana.

En la ruta de los refugiados, varios países han elevado también su nivel de alerta, como Hungría, Croacia o Bulgaria.

En Madrid, los 6.000 policías municipales de la ciudad están obligados a llevar chalecos antibalas desde que se decretó la alerta naranja en toda la capital hace dos semanas. Los agentes tienen que extremar las medidas de autoprotección personal tanto si se hallan «prestando servicio como si no lo están». También se ha acordado incrementar las medidas de seguridad en el perímetro de todos los edificios municipales. Al mismo tiempo, se pide a los agentes que tomen nota de «aquellos indicios, hechos o pruebas que puedan tener relación con células terroristas». Además, se han suspendidos algunos días los servicios de vigilancia del botellón para reforzar la seguridad en las calles.

Los agentes del Cuerpo Nacional de Policía también tendrán más presencia en las calles, sobre todo en zonas de ocio, estaciones de metro, tren y autobuses y en intercambiadores. Además, se han aumentado los controles de seguridad en las calles. La Guardia Civil, por su parte, incrementará el número de operaciones de control de vehículos en los accesos a la capital, informa Luis Fernando Durán.