CRÓNICA

El viaje al terror de los hermanos Abdeslam

Los hermanos que atentaron en París llevaban una vida ajena al islam. Ibrahim era «vago y porrero». Salah, un bebedor presumido que no iba a la mezquita «Se radicalizaron en tiempo récord», dicen en la comuna de Bruselas donde vivían. Días antes del ataque, vendieron su bar para dejar dinero a la familia

El Mundo, , 22-11-2015

Ibrahim, el mayor de los cuatro hijos de un conductor de tren jubilado, era el dueño del 96% del bar Les Beguines, en el conflictivo barrio de Molenbeek. Su hermano Salah tenía otro 2% del negocio. El 4 de noviembre traspasaron su sociedad. Querían efectivo para dejar un colchón a la familia. El viernes 13 formaron parte de uno de los tres comandos yihadistas que mataron a 130 personas en París. Ibrahim se inmoló. Salah se dio a la fuga.

El local de los Abdeslam tenía hartos a los vecinos por el olor a hachís y las broncas nocturnas. Sus denuncias dieron fruto, aunque tarde: un día después de la venta fue cerrado por las autoridades.

En el barrio de Molenbeek, por el que han pasado casi todos los terroristas islamistas de los últimos años –y hasta un condenado por el 11-M–, nadie conocía la militancia de los dos hermanos. De hecho su vida contradecía abiertamente las enseñanzas del islam. Ibrahim, 31 años, vivía encima de su bar, donde se le veía fumando. Bebía, le gustaba perseguir a «las rubias del centro» y estuvo dos veces en prisión. Salah «fumaba y bebía muchísimo». Según sus amigos, iba «acicalado y bañado en colonia». Le gustaba el fútbol, los videojuegos y no sabía rezar. «Ibrahim y Salah se radicalizaron de adultos y en un tiempo récord. No cambiaron. Seguían saliendo por las noches y viéndose con chicas» explican en Molenbeek. Esta es la historia de la deriva sangrienta de dos marginales.

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