Testigo directo
«Nos duele como al resto, ésta es nuestra patria»
El rezo del viernes en la mezquita más grande de España llama a ‘respetar el país y sus leyes’
El Mundo, , 21-11-2015Sobrecoge el misticismo que se respira dentro de una mezquita en el rezo de los viernes. El silencio. Cuando retumba la voz profunda del imam durante la jutba–el sermón–. La musicalidad de sus palabras. Las hileras de personas descalzas sentadas sobre la moqueta, alineadas perfectamente de lado a lado. Los rostros de concentración. La sincronización de cada uno de sus movimientos mirando a La Meca y, sobre todo, el ruido que todo lo invade cuando se arrodillan.
Es viernes en el Centro Cultural Islámico de Madrid, la conocida por todos como la mezquita de la M-30. La más grande de España. Cientos de zapatos desbordan las estanterías y otros tantos se agrupan por el suelo o las escaleras, dando cuenta del número de musulmanes que se han acercado al dohr, el más importante de los rezos. Es el primer viernes después de la matanza terrorista de París y los más de mil musulmanes reunidos no se quitan los atentados de la cabeza. Entre la multitud, un joven rinde su particular homenaje a las víctimas luciendo la camiseta del París Saint Germain, el equipo de fútbol por excelencia de la capital francesa.
«Los musulmanes formamos parte de esta sociedad. Lo que ocurre a la gente de aquí nos ocurre a nosotros. Lo que les duele a ellos, nos duele a nosotros», explica a la salida del rezo Mahmud, que sabe bien lo que es el dolor y la crudeza de la muerte. Es de Siria, uno de los países que más duramente está sufriendo la crueldad de los terroristas. «Esta es nuestra patria. Es nuestra sociedad», recalca, condenando una y otra vez los atentados de París.Acompañado de su hija –nacida y criada en España–, su nieta y su yerno subraya que no debemos olvidar que los musulmanes están siendo las mayores víctimas. Por eso, repudian con rotundidad lo que está sucediendo con quien dice actuar en nombre del islam.
Younes, el yerno, apostilla: «Para nosotros son mercenarios. No tienen nada que ver con el islam. Les han comido la olla y se han aprovechado de ellos». «Nos sentimos dolidos porque las víctimas son de todos los sitios. Ahora tenemos que gastar el doble de energía para explicar que no somos malos» ante gente que –se lamenta– «aprovecha para alimentar la islamofobia».
El imam Hussam Khoja es contundente durante el sermón. «Debéis respetar el país en el que vivís. Respetad sus leyes y su gente y sed una buena imagen para el islam», proclama ante unos fieles que escuchan con atención. «Esos locos, entre los que está el Daesh, son injustos y corruptos», dice el imam, «representan la maldad» y «han corrompido a la juventud». El tono del discurso es muy duro y su condena de los atentados enérgica. «La matanza de inocentes, musulmanes o no musulmanes, en el nombre del islam es un crimen contra nuestra religión», subraya.
Naim, que abandona rápidamente la mezquita con su niño de dos años en brazos, pide que no se les eche la culpa, que los europeos no criminalicen el islam, y remarca que las palabras del imam son correctas y la mejor conclusión.
Ahmed, con menos prisa, permanece sentado, como pensativo, apoyado en una pared. Es argelino y se puede decir que es casi un recién llegado porque sólo lleva un año en España. Repite con vehemencia frases del imam contra la violencia, insiste en la importancia de «estar limpio de corazón» y da la receta de lo que tienen que hacer los musulmanes para combatir el miedo de una sociedad que no siempre les comprende: «Si me miran con mala cara yo les miro con una buena y sonrío. Es la única manera».
Ayub, en cambio, ha nacido en España, estudia Empresariales en la universidad pública y se siente feliz en Madrid. Es un ejemplo exitoso de integración. Pero eso no le libra de los prejuicios sociales. «Tenemos miedo a la reacción de la gente», reconoce este joven, que señala que ahora «te miran con más miedo, como pensando que puedes ser un terrorista en potencia o que puedes hacer algo igual».
«Siempre digo que somos los segundos más afectados en todo esto. Primero están los familiares y amigos de las víctimas. Y luego los musulmanes que vivimos en esta tierra porque se nos mete en el mismo saco», se lamenta. Ayub recuerda lo que sufrió la comunidad musulmana en España después de los atentados del 11-M en Madrid. «La gente tuvo miedo», explica, por el rechazo de una parte de la sociedad española. El paso de los años ha ido normalizando la situación pero cree que con los atentados de París «está volviendo» parte de esa situación.
El testimonio más duro sobre la incomprensión a la que se enfrentan los musulmanes lo da Nurah, española de origen sirio, quien relata que hay quienes estando en el coche «bajan la ventanilla y te insultan». «También en el metro o paseando por la calle». Reconoce que por eso esta semana no ha querido salir mucho de casa y dice que hay gente que ha dado esa instrucción a sus familias para evitar problemas.
El viernes se cierra con peticiones de hasta «mil perdones» de los responsables de la mezquita y el mensaje de que, ante todo, el islam es paz.
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