LOS NIÑOS QUE QUIEREN IR A EUROPA ESCONDIDOS EN UN BARCO

Cerca de un centenar de menores marroquíes no acompañados malvive en las calles de Melilla esperando a cruzar a la Península ocultos como polizones en barcos

El Mundo, PAQUI SÁNCHEZ MELILLA, 20-11-2015

Podrían tener la comida y el techo asegurados, pero un centenar de niños en Melilla prefieren dormir al raso y mendigar para subsistir. Son los menores extranjeros no acompañados, marroquíes que, sin haber cumplido los 18 años, saben lo que es cruzar clandestinamente una frontera e intentar buscarse la vida lejos de sus familias y en otro país. Pero Melilla no es su destino. Lo que quieren es llegar a Europa, reencontrarse con otros amigos o familiares que llevan una vida mejor que la que tenían en Marruecos, aunque estén en situación irregular. Por eso, colarse en el barco es una obsesión y la razón por la que no quieren vivir en el centro de acogida pese a que allá tendrían sus necesidades básicas cubiertas.

Los MENA, como se les conoce en Melilla, malviven en las zonas próximas al puerto comercial. Cada día intentan colarse en alguno de los barcos que conectan la ciudad con la costa andaluza. Les da igual que el destino sea Málaga, Almería o Motril, lo importante es alcanzar suelo europeo como polizones. Algunos, pese a los fuertes filtros de seguridad, lo han conseguido. Y eso es lo que anima al resto a insistir en su objetivo, convirtiendo este problema en una verdadera esponja que absorbe el esfuerzo y los recursos de la Guardia Civil.

Sólo el mes pasado, los agentes interceptaron a 400 menores en el puerto o las escolleras intentando burlar la vigilancia. El número, al cabo del año, se dispara. Podría ser peor, ya que los niños de la calle son una quinta parte de los 500 menores magrebíes que tutela la ciudad autónoma en sus centros de acogida. La cifra desborda los recursos limitados de la Administración melillense, que pide que se reactive el convenio entre España y Marruecos para repatriar a los menores «de una manera ordenada, controlada y con las garantías necesarias de protección».

Ajenos al debate, los menores siguen mirando a los muelles del puerto. Mohamed, Nazar y Aium son tres de los que intentan cada día desde hace meses llegar al barco. No lo han logrado nunca, pero no pierden la esperanza. Mientras el resto de niños están en el colegio, ellos no saben lo que es sentarse en un pupitre y estudiar. Tampoco lo que les gustaría ser de mayores. Sus prioridades son buscarse la vida en Europa y sobrevivir con lo que consiguen pidiendo o buscando en la basura. «Si hay, comemos. Si no hay, no comemos», resume con lógica Mohamed, de 12 años, el más pequeño de los tres chicos. Así lleva tres años, desde que llegó de Nador. No quiere ni oír hablar de ir al centro de menores. Tampoco Nazar, que quiere llegar a Almería para reencontrarse con su hermano, que «trabaja bien» aunque no sabe exactamente en qué. Lo importante es que «en España se está mejor que en Marruecos».

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