«Cuando me puse el velo perdí a las amigas íntimas que tenía en Eibar»
Las hijas de inmigrantes sienten que la crisis económica ha agudizado la desigualdad y las condiciones laborales
Diario Vasco, , 20-11-2015Karima Jebari, de origen marroquí, lleva 40 años viviendo en Eibar. Sus padres llegaron a nuestra ciudad antes de nacer ella, y la llegada de la crisis económica ha hecho mella en Karima y en sus familias. «Antes había trabajo y el paro era muy residual. La sociedad eibarresa, incluso, se mostraba bastante favorable a la inmigración, al contrario de lo que ocurre ahora», señala. De sus tiempos de niña y de la adolescencia no guarda ningún mal recuerdo que tenga que ver con la salida de personas de sus países buscando un futuro mejor. «Recuerdo algunos detalles que me sorprendieron a la hora de decir mi nombre. Te decían, ‘oh… que bonito’, y te preguntaban de dónde eras y al contestar de Marruecos te comentaban ‘pues no pareces’, como si parecerlo fuese algo malo».
Interacción. Mujeres inmigranes e hijas de inmigrantes solicitan respeto a las diferentes culturas, una mayor interacción, y no discriminación a la hora de la contratación laboral.
Deficiencias. Aprecian que no se respetan los menús en los centros escolares de Eibar y la existencia de muchos estereotipos.
Para Karima, el idioma no fue ningún problema para conversar. «Fue muy fácil adaptarme porque en casa se utilizaban los dos idiomas, el castellano y el árabe». Las comidas eran también los menús típicos de Marruecos con otros tradicionales de aquí. «Marruecos era un lugar al que yo iba de vacaciones y punto. La gente no se daba cuenta que porque te llamas Karima Jebari no era diferente a ningún autóctono». Posteriormente, trabajó en diferentes empresas como una más. «La integración, que es una palabra que a mí no me gusta nada, porque somos ya varias generaciones de personas que hemos nacido aquí, por mi parte era total». No obstante, pasaron los años y contrajo matrimonio teniendo su primer hijo. Decidió, como una manera de construir su identidad como persona, dar a conocer su filiación religiosa, de forma libre, y sin ningún tipo de obligatoriedad marcada por nadie. «Como musulmana que soy, decidí ponerme el pañuelo en la cabeza (hijab), y allí empezé a notar cambios. Las amigas íntimas dejaron de serlo. El trabajo que antes era más fácil de conseguir; en mi caso, porque tenía experiencia laboral, me costaba volver a recuperarlo».
«No renunciar a la cultura»
A partir de aquí se produjo la difícil conjugación de vivir con las dos culturas. «Mis amigas no me respetaban porque no tuvieron en cuenta mi elección. Para gente como ellas, yo jamás estaría totalmente integrada. Me han llegado a decir que la integración es pasar desapercibida. Y, es verdad, porque da igual que tengas 40 años en Eibar, que tus hijos, o tus nietos, hayan nacido en Eibar, que hables bien el idioma, que a tus hijos les hayas enseñado las dos culturas; por un lado, la árabe que no nos interesaba perderla, y la cultura vasca, que era muy importante, una vez que tanto a nosotros como a nuestros hijos nos encanta participar en las fiestas y eventos», expresa Karima. Por estos motivos, para esta eibarresa, «la integración no es renunciar a todo lo que tú eres, a tu cultura, tus raíces, tu religión, a tu forma de ser y de pensar. Sólo una minoría puede pensar así. Y si esto es ser una persona integrada pues yo prefiero no integrarme».
En este sentido, Karima se muestra solidaria en apoyar a todas aquellas personas extranjeras que llegan a nuestra localidad, en el objetivo que «nunca sufran discriminación a la hora de acudir a las diferentes instituciones (Seguridad Social, hacienda, ayuntamientos)», generando la empatía suficiente para que tengan una feliz acogida. «Yo creo que nos deberíamos poner en su lugar e intentar apoyarles, entre todos, aunque la integración también tiene que trabajarse más entre la gente autóctona porque les guste o no es una realidad, tenemos que compartir los colegios de nuestros hijos, los trabajos, y todo lo que nos rodea. Para que la integración tenga que ser completa tiene que ser por parte de todos».
Otra joven, Guita Dulal, de la asociación del Nepal, comentaba también las dificultades de acceso al empleo para los inmigrantes, además de los iniciales problemas del idioma. «Estuve un tiempo en Bilbao y todo fue difícil para mí. Mi marido estaba en Londrés. Después de muchas dificultades conseguí papeles y un trabajo de asistenta. Para la mujer es más fácil acceder a un puesto de trabajo».
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