EGIPTO / Abdelfatah al Sisi. El presidente egipció condena «con fuerza» unos «sucesos terroristas que no van a debilitar la determinación de los estados y los pueblos que desean la paz».

Los refugiados sirios, en el punto de mira

El pasaporte sirio hallado en el lugar del crimen dispara el rechazo

El Mundo, Alberto Rojas, 15-11-2015

Acababa de desembarcar esa misma
mañana en Europa con su
mujer y sus dos hijos. Después de
comer y dormir algo en un hotel
de la capital de la isla de Kos, Ahmed
se puso en la cola, la del registro
de Frontex que permite,
dos o tres días después, conseguir
un permiso para seguir el viaje.
Huellas dactilares, fotos, documentos…
Había pagado 2.500 euros
por por cada uno de sus familiares
a la mafia por 10 kilómetros
de navegación. Para él, merecía la
pena el coste. «Puedo morir en la
embarcación, pero si me
quedaba en Irak mi muerte
era segura. El Estado
Islámico ha puesto precio a mi cabeza
por haber sido intérprete de
los estadounidenses».
Ahmed estaba muy feliz con el
viaje que emprendía, pero la aparición
de un pasaporte sirio entre
los atacantes de París (uno entre
669.032 que han cruzado este año
el Egeo) le va a complicar su sueño
de seguridad. Esa anécdota lo
va a convertir a él y a otros muchos
compañeros de viaje en víctimas
dos veces. Una por huir, la
otra por el posible rechazo de una
parte de la sociedad que ya aprovecha
la circunstancia para pedir
el cierre de fronteras. Los grupos
de ultraderecha queman tiendas
en Calais, Marine Le Pen reclama
el control de todos los bordes de
la UE y Polonia y Eslovaquia usan
este argumento para rechazar las
cuotas de refugiados que les correspondían.
El sueño europeo se
complica.
Lo curioso es que, para Ahmed
y para muchos de ellos, la sombra
del Estado Islámico no es cosa del
pasado. Ahora está atentando en
Europa, el lugar en el que pretendía
librarse de los yihadistas y, al
menos uno, ha llegado en las mismas
embarcaciones que ellos a
las islas griegas.
La pasada semana, el
director adjunto de Frontex,
el español Gil Arias, afirmaba
a este periódico sobre esta posibilidad:
«No hay razones ni indicios
para pensar que los yihadistas
puedan estar llegando a Europa
camuflados entre los inmigrantes.
La experiencia nos dice que los
terroristas tienen otros medios para
entrar en Europa sin necesidad
de poner su misión, e incluso su
vida, en riesgo o en manos de los
traficantes de personas.
El personal coordinado por la
agencia que realiza las tareas de
identificación y las entrevistas con
los inmigrantes tiene las instrucciones
oportunas para indagar
cualquier indicio que apunte a esa
posibilidad por remota que sea».
De forma muy parecida se expresaba
en este periódico, hace unos
días, Volker Türk, asistente del Alto
Comisionado de Acnur: «Los
refugiados son refugiados. Y además
huyen de los terroristas. Si
algún yihadista quiere entrar pidiendo
asilo será sometido a un
control estricto, como se hace con
todos los demás. El asilo de personas
refugiadas puede y debe ser
compatible con la seguridad». Estas
declaraciones, con la masacre
de París, han quedado superadas.
Por desgracia para Ahmed, que
pretendía librarse de la persecución
del IS, el viaje no será tan
plácido como él pensaba.
Muchos de los refugiados ya
han llegado a Alemania, Noruega,
Austria, Suecia… Otros muchos,
cerca de 150.000, siguen en
tránsito, sufriendo frío y privaciones,
entre las islas griegas y su
destino final, en cada una de las
siete u ocho fronteras europeas
que tienen por delante, muchos
hacinados durante días esperando
el siguiente sello.
Y un número indeterminado,
probablemente decenas de miles,
siguen saliendo de Siria o Irak camino
de la costa turca para embarcarse
a Europa.

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