Refugiado, vienes a casa

Diario Sur, , 10-11-2015

El Ayuntamiento de Málaga destina una partida de 100.000 euros para la ayuda a los refugiados. Una parte de este dinero, gracias a un convenio con Cáritas, va a permitir el acondicionamiento de cinco apartamentos de tres habitaciones y ocho más pequeños respectivamente. Todos situados en la capital.

Es una buena noticia que Málaga acoja a refugiados. Porque no se puede olvidar que junto a quien emigra con documentos en regla son cada vez más aquellos que huyen de sus casas sin apenas nada en busca de un futuro mejor en Europa. Escapan del hambre. De la guerra. Y Europa, España o Málaga no pueden olvidar su vocación hospitalaria. Desgraciadamente, a menudo el viaje a la tierra prometida se transforma para ellos en trampa mortal a causa de las mafias. Muchos inocentes acaban envueltos en corrupción, criminalidad o prostitución. También para otros tantos el desierto o el mar se convierten en el corredor de la muerte. El aumento en el planeta del número de personas que dejan sus hogares por ser víctimas de la violencia y la pobreza nos enfrenta ante una cuestión que debe afrontarse tras la superación de la fase de emergencia: considerar las causas de las migraciones. Urge salvar los derechos de todos. Y por eso hay que atajar las causas en los países de origen con políticas de desarrollo y cooperación. Es necesario actuar en profundidad y de manera incisiva en los países de los cuales salen quienes emigran a Europa. Hay que evitar en su origen la huida de los refugiados y los éxodos provocados por la injusticia social. La indiferencia que frecuentemente se favorece con planteamientos políticamente correctos que no propician debate y análisis abren el camino a posiciones que no inciden realmente en las causas de los éxodos. Y además genera sospecha. Por eso es indispensable que la opinión pública sea informada de forma correcta para prevenir miedos injustificados y especulaciones.

No obstante, mientras esto llega debemos acoger con cabeza y corazón a los emigrantes y a los refugiados. Sin ingenuidad y con realismo. Porque es necesario custodiar la seguridad y la estabilidad de los países que los acogen. Eventualmente pudiera existir quien por motivos políticos o religiosos busque desestabilizar nuestro sistema de libertades. Ahora bien, esta posibilidad no debe impedir que seamos países acogedores. Es doloroso constatar cómo hoy en algunas personas la comprensión y la simpatía hacia el emigrante y refugiado están disminuyendo.

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