"Tuvimos suerte. Vimos llegar una patera a tierra"
Tsipras y Schultz visitan Lesbos mientras la UE dice que llegarán tres millones de refugiados
El Mundo, , 06-11-2015Llegaron puntuales las embarcaciones, llenas de agua como piscinas negras, como todos los días desde hace meses, con su tos de motor averiado, sus niños tiritando y sus mujeres intentando proteger de la humedad el objeto más preciado: el móvil. Cuando ponen pie a tierra lo sacan de un calcetín de plástico, cerrado con una goma elástica, y hacen la primera llamada a Siria: «Hemos llegado» son siempre sus primeras palabras.
Como espectadores de la escena que transcurría en una de las playas de Lesbos, dos personajes de excepción: Alexis Tsipras, primer ministro griego, y Martin Schulz, presidente del Parlamento Europeo, de visita en la isla favorita para las mafias de tráfico de personas, punto de entrada de 5.000 personas al día, según la ONU. «Tuvimos suerte. Vimos una patera improvisada llegar a la playa cuando íbamos de camino», dijo Tsipras. «Es algo criminal».
Antes, también habían visitado el campo de refugiados de Moria, en Mitilene, la capital de la isla, con 3.000 almas hacinadas entre olivos. Allí, los dirigentes tuvieron que soportar las protestas de los propios refugiados, que son más de 15.000, esperando a que los ferris, que están de huelga durante toda la semana, los lleven hasta Atenas para continuar su viaje. Muchos están durmiendo en el puerto, a la intemperie, para que no les quiten el sitio cuando llegue el barco: «Estamos aquí desde hace tres días. Tenemos hambre. Tengo dos hijos, mis hijos están enfermos», le gritó un hombre a Tsipras. El primer ministro griego, visiblemente superado por la situación, le dio unas palmaditas en el brazo. «Haremos lo que podamos».
Después de decir que se sentía «avergonzado» del papel de Europa, Tsipras esbozó una solución a la crisis de los refugiados: «Es imperativo que lleguemos a un acuerdo con Turquía para detener los flujos apuntando a los contrabandistas». Como si los sirios, los iraquíes y los afganos fueran ganado conducido a Europa por los mafiosos, en vez de personas que huyen para salvar su vida.
Pero con o sin recetas mágicas, el gran éxodo invernal no ha hecho más que comenzar. A las más de 750.000 personas que han cruzado este 2015 las fronteras europeas habrá que ir sumando al menos otras 600.000 durante los próximos cuatro meses según Naciones Unidas. Su previsión hunde todas las anteriores de organizaciones como ACNUR, que aseguraban que el invierno cerraría las rutas. Pues bien, no sólo no las cierra, sino que las engrasa. Serán 5.000 cada día desde Turquía, cifras similares a las actuales. Estos próximos cuatro meses llegarán más que en los meses de junio, julio, agosto y septiembre, la época con un clima más favorable para la navegación.
Esta previsión también contiene una advertencia: habrá una tragedia humana en el Egeo y los Balcanes si no se ponen los medios para evitarla. «Las condiciones climáticas adversas en la región incidirán en el sufrimiento de miles de refugiados que están llegando a Grecia o en tránsito por Europa. Puede haber una gran pérdida de vidas si no se toman medidas urgentes».
Pero Naciones Unidas no es la única organización que insiste en que este gran éxodo de nuestro tiempo no ha hecho más que comenzar. La Comisión Europea presentó ayer sus Previsiones de Otoño, un extenso análisis económico sobre las principales cifras de los Estados Miembros, donde se valora por primera vez el impacto económico del «flujo de refugiados» hacia Europa de los últimos meses.
Algo que el comisario Moscovici había prometido hace meses y que Bruselas quería tener para poder sustentar sus propuestas con algo más que buenas palabras. «Se asume que llegarán más de tres millones de personas» hasta 2017. «Ello se correspondería con un aumento de la población europea del 0,4%, teniendo en cuenta que algunos de los demandantes de asilo no entran en la categoría de protección internacional». En ese informe se insiste en que el flujo tendrá un efecto positivo sobre el PIB de entre el 0,2% y el 0,3% en 2020.
Los líderes de la coalición que encabeza Angela Merkel llegaron ayer a un acuerdo salomónico para la gestión de la crisis de los refugiados que deja en vía muerta la creación de zonas de tránsito en las fronteras reclamadas por los socialcristianos bávaros (CSU) en favor de centros de registro obligatorio, más digeribles por las bases socialdemócratas (SPD), aunque lleven consigo restricciones a la ley de asilo y a la libertad de movimientos.
Tras el fiasco que supuso la reunión mantenida hace unos días con el líder de la CSU, Horst Seehofer, y el jefe de SPD, Sigmar Gabriel, Merkel, cada vez más cuestionada, ha logrado un compromiso que le dará tregua política y permitirá, presuntamente, hacer frente con más rapidez y eficacia a la crisis.
En vez de zonas de tránsito en las fronteras, cárceles en tierra de nadie según el SPD, se crearán hasta cinco centros especiales de acogida en distintas zonas. Todos los refugiados que aspiren a un estatuto de asilo y/o refugio en Alemania, y las prestaciones que ello conlleva, deberán registrarse obligatoriamente. Esos centros tramitarán por la vía de urgencia las solicitudes, periodo en el que no podrán abandonar la región que se les asigne.
El acuerdo coindice con la difusión de una cascada de cifras que ilustran la obligación que tenían los partidos del Gobierno de aparcar sus diferencias. Según la Oficina Federal de Investigación Criminal entre enero y noviembre, se registraron 637 delitos relacionados con albergues de refugiados, más del triple que el pasado año. Hubo 104 ataques violentos. El pasado año se registraron ocho. El Ministerio de Interior informó que desde enero han llegado al país 758.473 solicitantes de asilo, con lo que se superará el cupo de 800.000 fijados para este año.
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