Durante esta última semana han muerto ahogadas intentando llegar a alguna de las islas del mar Egeo al menos medio centenar de personas. Una situación que se repite sin cesar desde hace meses y que no impidió ayer ni al Gobierno griego ni a las instituciones europeas celebrar por todo lo alto la primera reubicación de refugiados organizada desde Grecia. Pese al drama de fondo, media docena de políticos, entre ellos el primer ministro Alexis Tsipras, el presidente de la Eurocámara, Martin Schulz, o el comisario de Inmigración, Dimitris Avramopoulous, acudieron al aeropuerto de Atenas para despedir con discursos y muchos selfis a la treintena de beneficiados.

Se trata de un primer traslado de apenas cuatro familias sirias, formadas por 21 personas, y dos iraquís, con 9 miembros, que posaban a primera hora, poco antes de subirse a un avión rumbo a Bruselas y después a Luxemburgo, junto una nutrida delegación de políticos europeos que curiosamente les superaban en número. Tras una breve charla, y las fotos de rigor para dar cuenta del momento en las redes sociales, la treintena de agraciados era despedido al pie de la escalerilla del avión.

«Es solo el inicio. Es solo una gota en el océano, lo sabemos pero queremos que se convierta en un río de responsabilidad compartida», proclamaba Tsipras delante de una fotografía en la que dos abuelas griegas aparecen mirando como una tercera ofrece un biberón a un bebé refugiado mientras su madre mira hacia el horizonte. «Esta imagen detrás de nosotros es la buena cara de Europa. Es la Europa en la que queremos vivir. No queremos vivir en una Europa que construya vallas», decía durante su turno de palabra Schulz. «Todos estamos impresionados por las sonrisas de los niños que hemos despedido . Nadie se marcha de su tierra sin una razón. Esperemos que desde hoy aumente el número de refugiados que podemos reubicar», añadía.