M ira por dónde…!, hablando sobre emigración, inmigración y miserias cuando en dos meses y algo más tendremos encima la fiesta de Caldereros, la de aquellos que venían de la Hungría a San Sebastián. ¡Cómo son las cosas!, ¡quién lo diría! ¡Tocad, cantad…! dice la canción. No sé si en esta ocasión estas gentes van a tener muchas ganas de jolgorio. A estas comparsas, a estos caldereros de la Hungría los saludarán con placer. Pero, los verdaderos, esos que tienen auténtica necesidad de llevarse algo a la boca, de poder tener una vieja gabardina para guarecerse de la lluvia, esos que llegan con sus huesos molidos de tanto caminar, los que tengan la suerte de encontrar una chabola,… Y ahora llegan, de verdad, esas gentes de Hungría con todos sus problemas.

Dicen que está prevista una nueva reunión de ministros de Interior de la Unión Europea a finales de este año para ampliar la meta de refugiados… pero todo está en el aire. ¡Mira por dónde!, llegan ahora las miserias sobre refugiados aquí en Euskadi, en Francia… La preciosa Eslovenia se ha convertido en receptora de algunos miles de personas… Ahora se escenifica el fracaso de Europa.

Pero Eslovenia, situada en el corazón de Europa, seguirá siendo un país que enamora y atrae a mucha gente. Ahí se encuentran, entre otros lugares, Liubliana, Bled…, uniendo los afilados Alpes. Mientras, los caldereros de Donostia lo tienen un poco crudo para escenificar aquello de caldereros, somos de la Hungría, que venimos a San Sebastián. Donostia fue lugar de paso y parada de tribus nómadas, artesanos trashumantes que realizaban diferentes trabajos, como reparación de utensilios y cacerolas de metal, desde antes del siglo XIX. Luego, allá por el año 1884, nació en Donostia la comparsa, la comparsa como tal, con broma incluida.

Pero ahora, nos hacemos cargo, o mejor, tenemos encima a centenares, miles de hombres y mujeres que apenas tienen qué comer y cantarán de verdad somos de la Hungría que venimos a comer… Son los vuelcos de la vida.