Sin espacio para vivos ni muertos
Lesbos, entre el hacinamiento de refugiados en los campos y la falta de tumbas para ahogados
El Mundo, , 04-11-2015Antes no había sitio para los vivos y ahora tampoco para los muertos. El alcalde de la isla de Lesbos, Spyros Galinos, dice que «aún quedan 50 cuerpos en la morgue y que se han quedado sin tumbas en el cementerio». En realidad, están en un furgón frigorífico a la puerta del camposanto, esperando a que los enterradores amplíen su superficie y caven nuevos nichos. El mar no deja de devolver cuerpos de los naufragios recientes. Cada día aparecen cadáveres en la Skala, la playa de los ahogados. Hasta 19 estos días, pertenecientes a tres hundimientos diferentes. La muerte no se toma vacaciones en el Egeo.
Pero para los vivos, la situación no es mucho mejor. Ahora hay 3.000 personas malviviendo en dos campos, Moria y Kara Tepe, que no son sino asentamientos improvisados entre los olivos con letrinas móviles y poco más. Hace un par de semanas eran 8.000 y ese número volverá a alcanzarse. Los solicitantes de asilo necesitan esperar tres días de cola para registrarse. Hasta que no lo hacen, no reciben nada. Los que sí reciben, no consiguen mucho: una ración de comida al día. No hay raciones suficientes para nadie más.
Como los oportunistas son conscientes de esas restricciones, hacen el negocio de sus vidas en temporada baja. En la puerta del campo hay varias furgonetas con productos de primera necesidad (cepillos de dientes, leche, pan, galletas…) que se venden a precio de oro. Cada botella de agua extra cuesta cuatro euros.
La población de Lesbos, la octava isla del Mediterráneo en tamaño, es de 85.000 personas, el equivalente a 12 días de llegadas de pateras a 7.000 refugiados al día.
En la isla de Samos, por ejemplo, los refugiados duermen al raso, en el mismo puerto, esperando a que lleguen los ferrys que los lleven a Atenas. Hay 3.000 personas en esa situación. Si se confirma la huelga de barcos prevista para la semana que viene, esta situación puede desembocar en motines.
Este fin de semana llegó a la isla de Samos una embarcación con 300 refugiados somalíes y eritreos. Resulta significativo que estas dos nacionalidades, que usaban la ruta de Libia y Lampedusa, estén cambiando la vía de entrada al Egeo. No es difícil de entender: el precio es el mismo, pero la peligrosidad sigue siendo menor. Lampedusa se cierra poco a poco y el Egeo se colapsa. Ley de oferta y demanda.
El abuso de esta ruta por parte de las mafias está provocando situaciones rocambolescas: la casualidad quiso que un barco con 100 sirios fuera rescatada por una embarcación británica de la base de Dhekelia, en Chipre, territorio del Reino Unido. Estos refugiados se quejan de que llevan un mes en tiendas pasando frío y hambre. Un hombre ha intentado suicidarse, otro se ha autolesionado y varios han quemado los refugios como protesta.
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