Siete ejemplos que hacen dudar de la fiabilidad alemana
La Vanguardia, , 30-10-2015La fiabilidad alemana es más que un eslógan, es casi un dogma, la razón de ser de una nación que ha basado su riqueza aplicando este concepto. Fiabilidad, en el caso alemán, significa confianza en el trabajo bien hecho, previsibilidad en el rendimiento, honestidad e integridad en el trato y austeridad en la presentación; Kant y Lutero. La canciller alemana, Angela Merkel, personifica bien estas cualidades, pero el país vive últimamente en la zozobra. Hay razones para empezar a desconfiar de la tan cacareada fiabilidad alemana. Para muestra, unos botones:
Volkswagen, el símbolo de la confianza, en duda
La firma automovilística por excelencia de Alemania presentó este miércoles sus primeras pérdidas en un trimestre en más de dos décadas. Así, el escándalo de los motores modificados ya repercute sobre sus cuentas, al registrar 1.673 millones en pérdidas. Pero detrás de las cifras puras se esconde la pérdida de confianza de los clientes, que asociaban la marca a ideas como la fiabilidad, la seguridad o la responsabilidad. Lejos de esa imagen, el grupo se encuentra ahora ante el desafío de recuperar esa confianza y aura que se han desvanecido. El director de la marca Volkswagen, Herbert Diess, se vio obligado a pedir disculpas en nombre de toda la compañía después de hacer públicos los datos. Además, dijo que la automotriz “hará todo lo posible para recuperar la confianza de los consumidores” y vislumbró el renacimiento de la marca: prometió “crear una nueva y mejor Volkswagen”. El error se reconoce, pero el trabajo que queda por delante es mayúsculo.
Empleo récord, pero con precariedad
El empleo se encuentra en récords históricos desde la reunificación. Según los últimos datos publicados por Destatis – la oficina de estadística nacional – , 43,3 millones de residentes en Alemania estaban empleados en septiembre, 381.000 personas más en comparación al mes anterior. En el lado contrario, el desempleo alcanza a 1,8 millones de personas. Pero, ¿qué calidad tiene este empleo? El peso de los “minijobs” – con una retribución máxima de 450 euros al mes – en el particular milagro económico alemán es innegable. Jornadas y sueldos reducidos se unen a la obligación de combinar más de un trabajo para mantener un buen nivel de vida.
A mediados del año pasado el gobierno optó por establecer un salario mínimo de 8,50€ la hora para combatir la precariedad, ya que diversas fuentes apuntan a que en 2014 entre 7 y 8 millones de personas tenían un trabajo mal pagado, ya sea por ser un minijob o por tener un salario muy reducido. A pesar de las mejoras introducidas, siguen dándose noticias alarmantes: hay cerca de un millón de jubilados que recurren a los minijobs para completar sus pensiones, según la Agencia Federal de Empleo. Y además, la acogida de refugiados y su absorción en el mercado laboral puede ser lenta. De hecho, algunos expertos apuntan que de momento contribuir a elevar el desempleo.
Deutsche Bank, la crisis perfecta
Al principal banco de la nación no le espera un futuro placentero. Acaba de anunciar el despido de 15.000 personas (9.000 fijos y otros 6.000 consultores) tras anunciar sus peores resultados de la historia: registró pérdidas por un importe neto de 6.024 millones de euros en el tercer trimestre del año. La entidad ha impulsado una reestructuración con la que pretende reducir sus costes, reestructurar su cúpula directiva y centrarse en los mercados más lucrativos. En este sentido, se ha visto forzada a cesar su actividad en diez países repartidos entre Europa, América y Oceanía.
Detrás de los datos se esconden escándalos como la manipulación de índices como el Libor y Euribor, lo que ha acarreado una multa de más de 2.000 millones de euros de autoridades americanas y británicas; operaciones en Rusia que se sospecha que supongan un posible blanqueo de dinero y la violación del embargo internacional al país, motivos que hacen que tenga una investigación abierta en Estados Unidos; o la sobreexposición a activos tóxicos antes de la crisis, que lastra la rentabilidad de sus acciones. En esa tormenta perfecta, desde Alemania lo bautizan como “banco vulnerable”. Lo que es seguro es que no se puede tener una confianza plena en ella.
El aeropuerto de Berlín y otras infraestructuras fracasadas
El aeropuerto internacional de Berlín – Brandeburgo fue objeto de críticas y burlas mundiales desde que su apertura, programada al principio de su construcción para 2011, empezó a verse aplazada una y otra vez. El primer retraso, de unos meses hasta junio de 2012, fue menos escandaloso que el segundo, anunciado solo unas semanas antes de la ceremonia de inauguración en la que se esperaba a la canciller Angela Merkel y a otros dirigentes alemanes. Desde entonces, las obras han sufrido numerosos contratiempos y aplazamientos por culpa de una mala planificación y por el uso de materiales deficientes. Buena parte de las obras tuvieron que rehacerse. Las empresas constructoras del nuevo aeropuerto internacional de Berlín – Brandeburgo prometieron la semana pasada que, pese a un nuevo retraso, entrará en funcionamiento en la segunda mitad de 2017, más de seis años después de la fecha programada inicialmente.
Esta no es la única infraestructura alemana afectada por escándalos, retrasos o sobrecostes. Se pueden citar las pérdidas millonarias del aeropuerto de Kassel – Calden inaugurado en 2013 o el City – Tunnel de Leipzig, centro de una nueva red de trenes regionales, afectado por retrasos y sobrecostes espectaculares. La Filarmónica del Elba en Hamburgo, que debía acabarse en 2009 con un coste de 180 millones de euros, ha visto como el presupuesto se ha disparado hasta los 800 millones, con fecha de inauguración para 2016, también provisional.
Xenofobia y refugiados
La crisis de los refugiados ha avivado como nunca el viejo fantasma de la xenofobia en un país que vivió la segunda mitad del siglo XX acomplejado y traumatizado por esta cuestión. Hasta finales de octubre, según datos de la policía, se han producido unos 600 ataques contra alojamientos de refugiados entre centros ya habilitados para ese fin y otros en construcción. Un dato que refleja la aceleración de la deriva xenófoba si lo comparamos con los 200 ataques del año anterior. Además, la mitad de las agresiones se produjeron en los últimos meses. El acto violento más grave ocurrió hace unas semanas cuando un hombre apuñaló a la candidata (y ahora alcaldesa) de Colonia, Henriette Reker, por su apoyo a la integración de los refugiados
Y aunque siempre ha habido grupos xenófobos en Alemania, lo más preocupante es su evolución de grupos reducidos a grandes organizaciones con miles de seguidores. El movimiento Pegida ha logrado en menos de un año canalizar el desencanto y la frustración de parte de la sociedad alemana con un mensaje antiinmigración y islamófobo. Sus manifestaciones semanales en Dresde llegaron a reunir a 20.000 personas. Tras un verano en el que se creyó que la organización estaba tocada de muerte, la ola de refugiados que cruza Europa con la esperanza de llegar al país y la política de brazos abiertos anunciada por Merkel han vuelto a echar leña al fuego de Pegida. El lunes, entre 10.000 y 12.000 personas marcharon en Dresde y otras miles en Leipzig y Chemnitz. Se estima que el país recibirá entre 800.000 y un millón de refugiados antes de que acabe el año.
Dudas sobre el Mundial de 2006
En el plano deportivo, y pese a proclamarse vencedor del último Mundial de fútbol, Alemania se ha visto salpicada recientemente por acusaciones de soborno para organizar el Mundial de 2006. No es el único país sobre el que recaen sospechas, pero esas dudas en un país que siempre ha promovido una imagen de seriedad e integridad hacen un flaco favor a su credibilidad. La federación alemana de fútbol anda metida en un avispero tras reconocer que ingresó a la FIFA una cantidad de 6,7 millones que podrían haber servido para comprar votos. Pese a admitir que se trató de un “error” que nunca debería de haber ocurrido, niegan que se tratara de corrupción.
Una política exterior fallida en Ucrania
La tardía reacción de Merkel ante las provocación de Putin en Ucrania han despertado dudas sobre la voluntad alemana de convertirse en líder político europeo, aparte de económico. La canciller alemana trató de mediar con el presidente ruso dados los fuertes lazos económicos que les unían. A pesar del escaso éxito y de las presiones de otros países europeos, Alemania trató de evitar hasta el último momento las sanciones al gobierno ruso tras la anexión de Crimea. Es más, la treta de Putin pilló a Merkel completamente desprevenida. El trauma de la Segunda Guerra Mundial ha hecho a Alemania reacia a inmiscuirse en asuntos externos, una actitud que el gobierno alemán ha declarado finalizada tras la crisis ucraniana. Sin embargo, esta declaración de intenciones no ha venido acompañada de hechos convincentes.
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