Acnur denuncia abusos sexuales a niños y mujeres refugiados en su ruta a Europa

El Mundo, ROSA MENESES, 24-10-2015

A las mujeres y los menores refugiados les espera un oscuro destino en su travesía hacia Europa del norte. Junto al frío, el miedo y el hambre, la explotación sexual.

El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) advierte que ha recibido numerosas «denuncias horribles» por abusos sexuales de traficantes a mujeres y niños. En los caminos, las esperas nocturnas en las fronteras, las estaciones de tren mal iluminadas o los centros de internamiento abarrotados de los países de tránsito, mujeres y niños refugiados sufren explotación sexual por parte de los contrabandistas. «Hemos escuchado denuncias horribles de niños obligados a mantener relaciones sexuales con los traficantes a cambio de pagar su viaje», declaró ayer la portavoz del ACNUR Melissa Fleming.

«En algunos casos, incluso se ven obligados a recurrir a la prostitución de supervivencia, porque les han robado el dinero o ya no les queda nada y son presionados por las mafias para pagar su deuda y seguir viaje», explica a este diario María Jesús Vega, portavoz de ACNUR en España. Según esta agencia de la ONU, las denuncias que ha recibido podrían ser sólo la punta del iceberg, pues muchos son los que no se atreven a contarlo. Denunciar algo así es muy difícil para ellos, ya que la mayoría de los refugiados y migrantes provienen de un contexto cultural y religioso muy conservador. «Es un tema muy sensible que puede provocar el rechazo de las familias y la culpabilización de las víctimas», añade Vega.

ACNUR reveló ayer que comenzará una investigación exhaustiva sobre estas denuncias, en colaboración con otras ONG. La agencia no puede cuantificar aún la magnitud del problema, aunque señala que «las denuncias son lo suficientemente importantes como para lanzar una advertencia».

Los abusos sexuales se producen «en todos y cada uno de los países de tránsito», afirma Fleming, es decir, que ocurren en países como Italia, Grecia, Macedonia, Serbia, Hungría o Eslovaquia, entre otros. Estas actuaciones de los traficantes de personas con total impunidad es una de las consecuencias del caos en las fronteras europeas y de la mala gestión con la que las autoridades están abordando esta crisis.

Las mujeres y niños constituyen el 34% de las más de 644.000 personas que, en lo que va de año, han llegado a nuestra orilla del Mediterráneo por mar huyendo de la guerra y la violencia. «Las mujeres solas y los niños están más expuestos y tienen mayor riesgo», señala Vega. De ellos, los más vulnerables son los menores no acompañados, que bien emprenden el viaje solos o bien han quedado aislados de sus familiares durante el viaje. Según Fleming, estos niños se convierten en «presas fáciles» de los contrabandistas. Muchas veces, los menores acaban en centros de internamiento compartiendo espacio con otros adultos. En ocasiones, los abusos se cometen en los centros de detención, a manos de otros migrantes. Por eso, ACNUR exige a los Gobiernos europeos que «adopten medidas para garantizar la protección de estos menores y su recepción adecuada, en lugares seguros donde no sean objeto de abusos, y hallar alternativas a la detención de menores», además de proporcionar una «acogida digna» a los refugiados. Según ACNUR, el número de menores no acompañados que han llegado a Europa no está cuantificado, pero se ha multiplicado por dos.

Mientras, Turquía se prepara para otra nueva oleada de refugiados procedentes de Siria, que según las autoridades otomanas tratará de llegar a su vez a Europa.

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