De aeropuerto nazi a albergue

Berlín convierte Tempelhof, símbolo del Tercer Reich, en refugio provisional de asilados

El Mundo, PABLO LÓPEZ BARBERO BERLÍN, 28-10-2015

Cuando Ahmed llegó hace dos días al refugio provisional que se ha instalado en el antiguo aeropuerto de Tempelhof, al sur de Berlín, apenas era consciente del simbolismo que rodea su nueva casa. Ni le interesaba. «Sólo quería ducharme», revela este joven sirio que lleva un mes de travesía a través de Turquía, los Balcanes, Hungría y Austria, hasta llegar a la «gran Alemania», como exclama en un inglés básico.

Prefiere no seguir hablando de su experiencia y pregunta dónde está el supermercado más cercano. Una vez indicado el camino, responde con un «danke» mientras esboza una sonrisa, satisfecho de haber aterrizado vivo, con ropa de abrigo, algo de dinero y un moderno smartphone en este antiguo aeropuerto berlinés.

Nada mejor para ilustrar la «gran Alemania» de la que habla Ahmed que poner un pie en el coloso Tempelhof. El Ayuntamiento de Berlín ha habilitado parte de la terminal del vetusto aeródromo para acoger al gran número de solicitantes de asilo que llegan cada día a la capital alemana. Miembros del ejército y los bomberos convirtieron este fin de semana en tiempo récord el hangar número uno en un albergue con capacidad para 660 personas. Los primeros 60 llegaron ayer por la tarde.

Fuera del edificio se arremolina un grupo de voluntarios. Para muchos es el primer día y la descoordinación es palpable. Una joven recibe al goteo de berlineses que se acercan a donar ropa y mantas. Dentro, el ambiente es sorprendentemente tranquilo y ordenado. Las cristaleras verticales del hangar, de 18 metros de alto, inundan de luz el recinto. Más de 50 tiendas de campaña, con al menos seis literas cada una, copan el espacio formando una cuadrícula de estrechas y limpias calles.

Un miembro del personal de seguridad grita «¿ducha?» en alemán, inglés, árabe y turco. Un grupo de hombres jóvenes se levanta y le sigue hasta unas furgonetas en las que irán a las piscinas públicas de Columbiadamm, a kilómetro y medio. Las instalaciones sanitarias del viejo aeropuerto no están preparadas para la gran afluencia de refugiados, por lo que el Ayuntamiento se ha comprometido a instalar próximamente contenedores con duchas.

En teoría, los refugiados no deberán pasar más de dos noches aquí. Tras su identificación, los que tengan suerte irán a pisos y albergues permanentes. En el peor de los casos, serán deportados, lo que ocurrirá si vienen de países como los balcánicos, considerados «seguros» por la nueva ley de asilo que acaba de entrar en vigor.

Tempelhof rebosa Historia por los cuatro costados. Situado en medio de Berlín, comenzó a levantarse en 1909 y en 1934, ya con los nazis en el poder, se inició la construcción de la actual terminal de pasajeros. Sus líneas sobrias y racionalistas encajan en el megalómano plan que tenía el arquitecto favorito de Hitler, Albert Speer, para la reconstrucción de Berlín. De hecho, hasta la creación del Pentágono, Tempelhof fue el mayor edificio del mundo.

No es la primera vez que este lugar presta labores humanitarias. En plena Guerra Fría desempeñó un papel crucial para el puente aéreo que abasteció al Berlín occidental durante el bloqueo soviético del año 1948.

Ahmed regresa del supermercado. El coloso Tempelhof aún le hace sombra. Todavía debe andar casi 20 minutos hasta llegar a su litera. Mira con ironía: el paseo es una ridiculez comparado con la travesía por mar y tierra que le ha traído aquí.

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