Frente a su política de ofrecer asilo a refugiados, Berlín quiere firmeza en la devolución de aquellos a los que se les deniega el asilo

Mientras la maquinaria estatal alemana se afana en la acogida y de refugiados y la consiguiente tramitación de las peticiones de asilo, surge un problema que resta agilidad y eficacia al proceso: no hay cómo devolver a su país a aquellos que no tiene derecho legal al asilo político por no poder demostrar una situación de persecución o peligro. A fecha 30 de septiembre, 193.500 personas cuya petición ha sido ya denegada siguen pendientes de repatriación. El esquema administrativo señala que son los Bundesländer los encargados de ese último paso, pero las administraciones regionales carecen de medios para ello y el gobierno federal se está planteando, según publica el Bild Zeitung, poner a su disposición aviones del ejército alemán para tal fin.

Se trata de una cuestión que cobra mayor urgencia después de la reforma legal aprobada por el parlamento alemán la semana pasada y que convierte en «países seguros» a los Balcanes Occidentales, de los que proceden aproximadamente una tercera parte de los inmigrantes recién llegados y que no podrán obtener, por tanto, el estatus de asilados. La cifra de pendientes de devolución aumentará considerablemente en las próximas semanas y amenaza colapso. Hasta finales de agosto, los Bundesländer habían logrado hacer regresar a 11.522 personas mientras que otras aproximadamente 21.000 habían aceptado emprender voluntariamente y por sus propios medios el viaje de regreso.

La evacuación de inmigrantes sin derecho a asilo es considerada una cuestión prioritaria para el gobierno de Berlín. Así lo habría hecho saber ayer la canciller Merkel a los presidentes regionales en una conversación telefónica en la que explicó que, además de intensificar los contactos diplomáticos con los países de origen para que se impliquen en las repatriaciones, se podría poner a disposición del proceso la colaboración de aerolíneas comerciales, así como de aviones y pilotos del ejército alemán.

Otra de las propuestas sobre la mesa es la creación de zonas de tránsito para los refugiados en la frontera alemana, que facilitarían la repatriación de los inmigrantes de motivación económica antes incluso de haberse instalado efectivamente en el país, pero el socio de Merkel en la gran coalición de gobierno, el Partido Socialdemócrata (SPD), rechaza el plan de analizar las solicitudes de asilo directamente en la frontera alemana. De acuerdo con el ministro de Justicia, Heiko Maas (SPD), esta medida sólo serviría para crear «enormes campos de refugiados en tierra de nadie».

El nuevo coordinador de política de refugiados, el cristianodemócrata Peter Altmaier (CDU), y el líder bávaro Horst Seehofer (CSU), creen sin embargo que estas zonas, a imagen de las que existen ya en los aeropuertos, ofrecerían una posibilidad para poder reaccionar ante la creciente demanda de asilo. El portavoz del gobierno alemán, Steffen Seibert, ha asegurado que las conversaciones en la coalición de gobierno tendrán lugar «lo más rápido posible» sobre la premisa de que las zonas de transición no son un medio para solucionar todos los problemas, pero posiblemente contribuyan a ganar orden, aunque los detractores de la medida apuntan que se esperan del orden de 100.000 llegadas al mes en esas zonas fronterizas y eso obligaría a zonas de tránsito enormes y aun así masificadas y problemáticas.

El gobierno alemán se enfrenta posiblemente a los meses más complicados de la crisis de los refugiados. La llegada del invierno y sistema de repatriaciones, todavía no lo suficientemente efectivo, están dificultando la gestión y creando malestar e inseguridad social. Por eso la Cancillería de Berlín desea tomar decisiones rápidas y tan drásticas como sea necesario para poder culminar la operación de acogida respondiendo a las exigencias de la ley de asilo y de la Constitución alemana.