Mesa de Redacción
El atajo turco
Deia, , 20-10-2015LLEGÓ el fin de semana Angela Merkel a un palacio en Estambul, construido por un sultán, que posee la mayor lámpara de araña de cristal de Bohemia. El mamotreto pesa casi cinco toneladas y ha querido servir de ejemplo de que lo neobarroco traspasa el arte para ponerse al servicio de la política en una sesión, a orillas del Bósforo, de alta hipocresía. La canciller alemana propuso al presidente Erdogan, en una de las más de 200 estancias del palacio, dinero y un pasaporte. 3.000 millones de euros más para el acogimiento a refugiados sirios y abrir una senda para que Turquía entre en la Unión Europea, un proceso congelado desde hace diez años por las resistencias de Europa a incluir en su club a un país del que desconfía pese a su proceso de transformación, laico pero culturalmente musulmán y que aún puede progresar adecuadamente en materia de derechos humanos. Turquía era la eterna aldaba en las puertas de la UE y Alemania, obsequiosa y de rebajas, ha ofrecido en una hora un pasadizo directo después de una década de informes desfavorables: ejercer de centinela de la puerta de atrás de Europa para contener el flujo de refugiados sirios. Ayer, el primer ministro turco respondió que Turquía “no es un campo de concentración” y sonó como un guantazo precisamente a los emisarios alemanes que durante años vienen dando lecciones sobre derechos humanos; pero todo es negociable. Turquía ha hallado un atajo, un cheque y una misión.
susana.martin@deia.com
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