Bis a bis
Convivir entre diferentes: Euskadi/Europa
Deia, , 18-10-2015LA reciente crisis política surgida en Europa, vinculada al drama humano de los refugiados y a la cicatería cuando no al rechazo mostrado por diversos gobiernos europeos permite reflexionar sobre el valor de la convivencia entre diferentes, sobre cómo edificar las bases estables que hagan posible una verdadera integración y sobre qué errores no deben repetirse en el futuro.
Y todo ello, aunque suene un tanto forzado, podemos extrapolarlo a nuestro País, a Euskadi, porque el reto de la convivencia pasa por reconocer empática y recíprocamente al diferente. Estigmatizar al que no secunda tu proyecto político, marginar social y políticamente a quienes no comulguen con la orientación socialmente mayoritaria, construir bloques cerrados frente a otros sectores sociales no es el camino hacia una verdadera construcción nacional.
Esta orientación ha fracasado cada vez que unos u otros lo han intentado. Enfrentar siempre suma más apoyos populares que el intentar tender puentes entre diferentes. Pero esa orientación frentista suma solo al principio, porque mantiene unidos a los propios, pero luego es incapaz de ensanchar la base social de un proyecto, sin la cual no puede salir adelante.
Lo negativo vende más que la pretensión constructiva de trabajar por tu proyecto político y de País sin componer trincheras desde las que solo escuchar el eco de tu propia voz, marginando o despreciando al que opina diferente.
Como en las llamadas “guerras de religión”, estas batallas ideológicas que se resuelven encerrándose más en uno mismo no conducen sino al hastío y al inmovilismo. Hay que disolver las simplificaciones dañinas, hay que evitar maniqueísmos simplistas entre vascos buenos y vascos malos, o entre vascos auténticos y “sucedáneos” de vascos.
Cuando en Europa, por ejemplo, miramos de forma prepotente por encima del hombro a otras regiones del mundo donde emergen ideologías xenófobas deberíamos recordar que también perteneció a nuestra cultura occidental, aunque obviamente reneguemos de ello, un loco genocida dictador como Hitler. Ponerse las anteojeras no es nunca un buen remedio. Es un analgésico, pero no resuelve el problema de fondo, simplemente lo hiberna.
Los griegos llamaban bárbaros a todos los pueblos que no hablaban la lengua griega. Los estoicos (griegos también) se dieron cuenta de que esos “bárbaros” utilizaban en realidad palabras diferentes a los griegos para referirse a las mismas ideas, y que no se trataba de culturas inferiores o subdesarrolladas.
Cuando tratamos de fijar parámetros para “medir” culturas, para fijar un ranking entre sociedades, caemos con habitualidad en el error de utilizar nuestro propio sistema de valores. ¿El desarrollo tecnológico sería, por ejemplo, un buen parámetro? Pakistán tiene bomba atómica, España, no. Este ejemplo permite relativizar todo intento orientado a “sacralizar” ciertos parámetros como infalibles valedores de absurdas clasificaciones.
Otro ejemplo a favor de la relativización y del mestizaje de ideas y de proyectos, pero sobre todo a favor de la convivencia integrada y de la no fragmentación en bloques cerrados: cuando buscamos las raíces de Europa, con frecuencia se afirma que no se puede concebir Europa sin el papel de la Iglesia. Y la pregunta a hacerse es: ¿se desarrolló Europa solo con la base aportada por la cultura cristiana?
La respuesta negativa es evidente: fue enriquecida por las matemáticas indias, por la medicina árabe, por la cultura grecorromana. La Edad Media cristiana construyó su teología sobre la base del pensamiento de Aristóteles (redescubierto a su vez a través de los árabes). Tampoco, por cerrar esta suma de ejemplos, se podría concebir a San Agustín (el más grande e importante pensador cristiano) sin la asimilación de la corriente Platónica.
La Europa cristiana eligió el latín de Roma como lengua de los ritos sagrados, del pensamiento religioso y del Derecho; la cultura griega, a su vez, no sería imaginable sin tener en cuenta la cultura egipcia. De hecho el magisterio de los egipcios fue clave en la inspiración del Renacimiento.
Y en Euskadi seguimos, con demasiada frecuencia, empeñados en otorgar (o negar) el sello de autenticidad a proyectos políticos juzgando unos y otros desde presupuestos frentistas. Debemos superar esa ciega visión, y construir. Ni vetos, ni frentes, ni imposiciones.
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