Rosabel Argote responsable de cear-euskadi en araba

“En el mundo cada día hay 42.000 personas que se ven obligadas a huir de sus países”

“No se trata de caridad ni de quitar dinero a nadie”. La responsable de CEAR-Euskadi en Araba subraya que la atención a los refugiados es “una cuestión de justicia”

Diario de noticias de Gipuzkoa, Julio Flor Jorge Muñoz, 18-10-2015

donostia – El próximo 2 de noviembre estará preparado en Euskadi el dispositivo de viviendas y residencias en las que serán acogidas los refugiados de Siria, Eritrea e Irak que formarán parte de nuestras ciudades o pueblos, como ya ocurriera en la guerra de los Balcanes. Llegarán de forma escalonada. Un Comité Social, liderado por el Gobierno Vasco, del que forman parte Eudel, las diputaciones y diversas ONG, está preparando la llegada. Rosabel Argote, responsable de CEAR – Euskadi en Araba, tiene encomendada la tarea de sensibilización y comunicación para que esos refugiados, cuya cifra está por concretar, se sientan acogidos y arropados por la ciudadanía vasca.

¿En qué medida somos conscientes del drama de los refugiados de Siria, Irak o Eritrea, que llegarán a Euskadi antes de finales de 2015?

- La crisis de Siria es trágica, pero es tan trágica como ya lo era en Costa de Marfil, en Liberia, y en tantos conflictos olvidados. Nosotros seguimos haciendo nuestro trabajo, con la diferencia de que ahora tenemos más eco en los medios de comunicación.

¿Qué supone para Euskadi que Europa se convierta en un continente de asilo?

- Supone que se van a habilitar residencias, que se acelerarán procesos jurídicos para que estas personas obtengan sus papeles, etc. Es una realidad tan poliédrica que ahora se acercan a nosotros personas refugiadas que ya están aquí. Hace un momento ha venido una persona de Costa de Marfil recordándonos que huyó de la guerra de su país hace cinco años y que sigue sin papeles. Tal es así que ni siquiera puede pedir una cuenta bancaria, cuando está escuchando en la radio que el Estado español va a invertir una cantidad de dinero en cada refugiado.

¿Qué es lo que más le inquieta en este momento?

- Yo estoy viendo todo esto en términos de oportunidad. Preocupar me preocupa lo que antes ya me preocupaba. Pero en este momento pienso que esta crisis de los refugiados sirios nos puede servir para visibilizar que en el mundo cada día hay 42.000 personas que se ven obligadas a huir de sus países. Esto es lo que me preocupaba y me preocupa. En 2014 había 51 millones de personas obligadas a abandonar sus hogares por conflictos armados, guerra, violencia y vulneración de Derechos Humanos.

¿Cómo se les va a tratar teniendo en cuenta que en Euskadi hay familias autóctonas que lo están pasando mal? ¿Qué mensajes quieren hacer llegar?

- Debemos hacer ver a la ciudadanía vasca que a los refugiados se les va a respetar los Derechos Humanos. Ni más ni menos. No podemos olvidar que huyen de una guerra, que son personas refugiadas, y el Estado español tiene ratificado un Convenio de Acogida que le obliga a proporcionar abrigo y alimento. No es una cuestión de caridad, ni de quitar dinero a nadie, sino que existe el compromiso ante una guerra de que los países seguros arrimen el hombro. Es una cuestión de justicia.

¿Puede crear algún tipo de “fractura” o de “alarma social” la cantidad económica que percibirán los refugiados?

- Ahora mismo el Gobierno Vasco tiene un inventario de recursos con pisos vacíos o residencias compartidas donde se va a alojar los refugiados durante dos años. A esas personas se les dará un dinero de bolsillo que no llamará la atención. La gente huye de una guerra y recibirá una acogida digna, sin que para nadie resulte un dispendio de recursos, sino que van a ser los mismos recursos que se ponen a disposición durante años, y que además hay que tener en cuenta que son escasos.

¿Qué les dice a quien aún así piense: “Ahora resulta que se les va a tratar mejor a los refugiados que vienen de fuera que a la gente que aquí lo está pasando mal”?

- Tomemos perspectiva. Son personas que no están aquí por gusto, que lo han dejado todo, que han visto sus casas bombardeadas, morir a familiares en acciones de guerra, y que llegan con traumas psicológicos importantes. Llegan con niños a los que vienen arrastrando de centro de refugiados en centro de refugiados. Qué menos que ofrecerles acogida poniendo a su disposición lo que prevé el derecho internacional, y los pisos vacíos donde permanecer un tiempo y recuperar su vida, una vida en paz. Pensemos en cómo nos gustaría que nos trataran si fuéramos nosotros los que huimos de una guerra, como ya sucedió en el pasado.

¿En qué puede ayudar la crisis de Siria desde la perspectiva de CEAR – Euskadi?

- A ver claramente la desvergüenza de las políticas de asilo que se han mantenido en este país. Ojalá seamos capaces de corregirlas, intentando definir nuevas políticas de asilo. Luego resulta que están repartiendo por cupos a las personas refugiadas. Es un reparto de cromos. Porque el refugio no es una herida que va a dejar de sangrar. La herida sigue sangrando, y sigue aumentando el número de personas refugiadas. Y ahora que vamos a mirar a los conflictos a los ojos, vamos a ver cómo se implica Occidente para que esas heridas dejen de sangrar y se cierren.

¿Qué debe hacer Occidente para superar esa realidad?

- Debe dejar de implicarse en el negocio de la venta de armas. Nos debemos preguntar, además, por qué Occidente sigue saqueando los recursos naturales de África, y más concretamente de Siria, de todo Oriente. Hasta ahora no nos ha preocupado porque el 86% de esos 51 millones de refugiados estaban siendo acogidos por países en vías de desarrollo, y no por los industrializados. Nos empieza a preocupar la guerra ahora que los refugiados llegan a Europa.

¿Qué repercusión ha tenido la foto del niño Aylan, muerto en la playa turca?

- Esa foto ha logrado mover conciencias y sensibilidad. Vivimos en un mundo globalizado en el que estamos bastante anestesiados. Por el consumo excesivo, el individualismo, por la sobre información. Pero esa imagen, en su sencillez, un niño con su calzado de aprender a correr, ha logrado emocionar. Por otro lado, Siria no ha sido un país pobre. Tiene un alto nivel cultural y educativo, lo que ha favorecido la identificación y el hermanamiento. Aquello de “podría ser mi hijo”. Eso ha llevado a la gente a decir “yo ahora abro las puertas de mi casa para que vivan conmigo estas personas”. Es una oportunidad, ya digo.

¿Hace falta una foto así para movilizar al mundo entero, cuando esas fotografías, desgraciadamente, se pueden hacer todos los días?

- Mejor veámoslo como que ha hecho falta la fotografía de un niño ahogado para que la gente abra los ojos y vea lo que está pasando en el mundo hoy en día.

Hay en Euskadi gente que ha ofrecido sus casas para los refugiados sirios.

- Hemos percibido un mayor despertar en la conciencia de la gente. Y hemos detectado que la gente se ha hecho consciente de lo que está pasando ahí fuera. Ante esta realidad dramática ha habido gente que nos ha dicho que no se va a quedar de brazos cruzados.

¿Crees que el ofrecimiento de casas particulares es fruto de una nueva reflexión?

- Son gestos. No quiero ver aquí un calentón de la gente que luego se enfriará. Prefiero ver un gesto de apertura, de solidaridad. Nuestra función en todo esto es despertar a las administraciones públicas, a los representantes políticos para que asuman su responsabilidad. No es la gente la que tiene que abrir sus casas. Otra cosa es un momento de emergencia. Pero eso sería algo provisional. Son los gobiernos los que tienen la obligación de tenerlo todo listo y cumplir con las obligaciones de los convenios internacionales que ha ratificado Europa.

¿Qué se puede prever con respecto a Euskadi, cuál es la hoja de ruta de los próximos meses?

- En Euskadi acogeremos unas mil personas. Parece que llegarán en grupos pequeños, de treinta en treinta, en una llegada escalonada, que se distribuirán por los distintos territorios históricos de Euskadi. Estarán en pisos vacíos y en residencias que se habilitarán para que los refugiados vivan. Las organizaciones estamos utilizando protocolos que tienen tres fases. La acogida (de unos seis meses), la integración (un año, en el que pasan de residencias a pisos) y la tercera fase de autonomía (que puede durar un año y medio).

Es posible que las ONG deban llevar a cabo una pedagogía contra la islamofobia y la xenofobia

- Esto es prioritario. Ya hemos visto lo que ha venido sucediendo en Alemania. En estos momentos CEAR está trabajando con Cruz Roja, con Save the Children y con Cáritas. formando parte del Comité Social liderado por el Gobierno Vasco, y se nos ha encargado la sensibilización y comunicación para las personas refugiadas. Hay una tarea por hacer, pero no estamos solos. Ya se han creado con fuerza dos plataformas ciudadanas en Donostia y Gasteiz, que están trabajando para hacer real que Donostia y Gasteiz se conviertan en ciudades – refugio. Lo mismo sucederá en Bilbao. Pronto veremos el fruto de este trabajo interinstitucional que estamos llevando a cabo.

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