Asesinado un adolescente afgano deportado por Dinamarca
La Vanguardia, , 16-10-2015Lea la versión en catalán
“Cuida de tu hermano pequeño”. Fue la grave responsabilidad que su madre depositó en él cuando se despidieron. Desde entonces, no la ha vuelto a ver. Era el año 2010 y Vahid y Abuli Vazirir, que entonces tenían 18 y 11 años, iniciaban un peligroso viaje hacia Europa, en busca de la paz y un futuro mejor. Llegaron a Dinamarca, donde pidieron asilo. Hoy, sin embargo, Vahid llora la muerte de su hermano. Fue asesinado por los talibanes hace tan sólo unas semanas, poco después de que el país nórdico denegara su petición de asilo y los deportara a Afganistán.
Su trágica historia comienza en el 2006, cuando esta familia perteneciente a la minoría étnica hazara tuvo que huir a Irán a causa de la persecución que sufría en su país de origen. Al cabo de un tiempo, el padre desapareció. Desde entonces, la familia lo da por muerto. Sola y con seis hijos a los que alimentar, la madre reunió el dinero necesario y, al cabo de cuatro años, mandó a los dos mayores a Europa. Asentados ya en Dinamarca, Vahid y Abuli perdieron el contacto con el resto de la familia en el 2012 .
Los primeros tiempos en el país escandinavo no fueron fáciles. Al principio, los hermanos vivieron separados, el pequeño en una institución para niños y el mayor en un centro para refugiados. Más adelante, las autoridades les permitieron vivir juntos y su integración fue a mejor. Aprendieron danés e hicieron amigos. Lo ilustra el vídeo que uno de ellos, Frederik Rasmussen, colgó en YouTube el pasado 3 de octubre, tras conocer que Abuli había muerto. Vestían a la occidental y, en las imágenes, se les ve haciendo excursiones a pie o en canoa y disfrutando con sus amigos daneses.
La vida les sonreía. Pero ambos sufrían ansiedad. Necesitaban medicamentos y el seguimiento de un profesional para tratar de superar los traumas que arrastraban desde la infancia. Pesadillas, insomnio, ataques de pánico. Es el tipo de enfermedad que acarrean muchas personas que proceden de zonas en guerra. Pero a pesar de estos precedentes, en el 2012 el servicio de inmigración danés rechazó su petición de asilo, alegando que no corrían peligro y que el hermano mayor podría velar por el menor una vez de vuelta en Afganistán. La incansable lucha de su abogada, Lise Lomholdt, logró que la devolución se demorara tres años.
Además de ella, otros profesionales desaconsejaron su deportación. El estado psicológico de ambos era frágil, además de no contar con ningún familiar o conocido en Afganistán que les pudiera ayudar. Para la Cruz Roja, por ejemplo, es difícil entender cómo Dinamarca pudo dejar a un menor bajo la custodia de un adulto mentalmente vulnerable y en un país donde podían ser víctimas de violencia y discriminación.
Los hechos confirmaron los temores. Al poco de llegar, les robaron todo el dinero y acabaron en la calle, malviviendo. A los tres días, se trasladaron a su provincia natal, la inestable Wardak, para solicitar sus documentos de identificación. Fue allí donde Vahid perdió a Abuli. “Ahora mismo, no me preocupa mi vida. Sólo pienso en encontrar a mi hermano”, declaraba el joven en una entrevista a The Guardian. El diario británico matiza que, entonces, Vahid todavía vestía bambas y tejanos ajustados. Una semana más tarde los había sustituido por la vestimenta tradicional afgana.
En septiembre, su esperanza se truncó. En un escueto SMS, informaba a su abogada: “Hola, Lise, te echo mucho de menos. No he conseguido cuidar a Aboli. Está muerto”. Había encontrado su cuerpo junto a los de otros 20 o 25 jóvenes. Los talibanes los habían asesinado.
Su drama, sin embargo, no es único, sino que refleja la doble moral que aplica Europa hacia los refugiados. Acnur y otras organizaciones llevan tiempo denunciándolo. Cientos de jóvenes, sobre todo afganos, que emigraron durante la infancia o la adolescencia, son deportados cada año a su país, un lugar que no reconocen como suyo.
Tras huir de la pobreza y de la guerra, crecieron y se formaron en Europa, donde ahora tienen amigos y su círculo social. Deportarlos a su país de origen los vuelve a dejar huérfanos, en medio de amenazas de secuestro y los ataques de los insurgentes. Muchos vuelven a intentar llegar a Europa. Lo último que se sabe de Vahid es que ha huido a Irán. Quién sabe, si desde allí, intentará volver a Dinamarca.
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