El bereber que vino a bordo de un camión frigorífico
Abdelatif Oudym, de 22 años, vive en la calle, ha visto morir a compañeros y estudia para labrarse un porvenir
Deia, , 15-10-2015UN bocadillo, un saco de dormir maloliente y una mochila negra en la que guarda la fotocopia de unos papeles en regla que algún día perdió. Es el único patrimonio de Abdelatif Oudym, de 22 años, que lleva nueve meses viviendo en la calle. Su estancia en el País Vasco, donde ha pasado frío y ha visto morir a algún compañero, no está siendo un camino de rosas.
La sociedad es cada vez más tolerante con las personas extranjeras, según refleja la última encuesta del Observatorio vasco de la Inmigración, Ikuspegi. Pero ese creciente respeto, lamentablemente, no se traduce en una mayor facilidad para salir del atolladero cuando no hay apoyos ni red familiar, como es el caso de este chaval. Le encontramos bajo el saco en una mañana fría, con la cara cubierta y la mirada triste y ensimismada. “Es que estoy mal. Mi zona es Granada, donde conozco a gente y estuve trabajando. Vine aquí por probar suerte, pero me tendré que marchar. Apenas me relaciono, y además comienza a hacer frío”, se remueve bajo el saco.
Pasados unos minutos y tras una breve de conversación parece animarse el chico, tan necesitado de escucha como de trabajo. El bereber ha seguido de cerca las noticias de los tres iraquíes que llegaron a Hernani en un camión. Dice que no es nada anecdótico. “Yo también lo hice en el interior de una cámara frigorífica a bordo de un barco que nos dejó en Algeciras. El viaje duró cinco horas. Venía sin papeles y, cuando me detuvieron no hacían más que preguntarme la edad para devolverme a casa. Como por aquel entonces era menor, estuve durante tres años en el centro de menores de Algeciras, donde comencé a estudiar”. Y lo sigue haciendo. Oudym detiene por un instante su relato para abrir su mochila y sacar unos documentos. En ellos figura su solicitud para estudiar un grado técnico de Formación Profesional, pero sabe que debe mejorar su dominio del idioma y su capacidad lectora, para lo cual acude a la Escuela para Adultos, donde prepara Tercero de la ESO.
Trata de no perder el ánimo, pero reconoce que una vez que llegas a la edad adulta la administración se desentiende, al igual que hizo su familia. “Tanto unos como otros creen que ya eres capaz de todo, y a partir de ahí te ves solo, sin ayudas”. El joven ha dormido los últimos días en una casa abandonada de Pasaia. “No es nada fácil la vida así. Hoy mismo he dormido a la puerta del albergue municipal”.
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