He respondido a uno de los modelos de test del Instituto Cervantes que andan circulando por la red y debo decir que no tendría ningún problema para obtener la nacionalidad española. ¿Y la europea?, que preguntaría el sabio. Pues tampoco, porque teniendo la nacionalidad española, uno es ciudadano europeo de pleno derecho. Coincido con el citado sabio, es decir, con Mariano Rajoy, en que estamos en una disquisición que no conduce a parte alguna, porque a mí no me van a hacer un examen para obtener la nacionalidad española, ni tienen intención de preguntarme nunca si quiero sustituirla por la vasca, ni en modo test ni en modo alguno. El hecho de que haya respondido correctamente a, al menos, el 60% de las veinticinco preguntas planteadas no quiere decir gran cosa sobre mi españolidad, porque dada la temática planteada quizá superaría también un test similar para obtener la nacionalidad francesa, que estaría dispuesto a pasármela asimismo por el arco del triunfo si me permitieran elegir la que, llegado el caso, me pediría el cuerpo y me impedirían los cuerpos y fuerzas de seguridad y las fuerzas armadas, garantes por ley de la unidad de España. No obstante, ya me gustaría poder comprobar qué ocurriría si generalizaran el cervantino test a toda la población española, examen de idioma castellano incluido. Más de uno y dos (¿decenas de millones?) tendrían que volver a la escuela, para dar al menos el nivel que se les exige a los inmigrantes.