Sami Shihadeh: "Deserté de la 'mili' y huí de Siria porque o mataba o me mataban"
La Vanguardia, , 14-10-2015Sami Shihadeh aterrizó hace tres años en Valencia huyendo de la guerra de Siria. Tenía 20 años y estaba haciendo el servicio militar obligatorio. Un año después del estallido de la guerra civil, llegó ese momento en el que “o matas o te matan”. No le gustaba ninguna de las dos opciones, así que se cambió el uniforme de militar por ropa de calle y, sin equipaje, desertó rumbo a Valencia haciendo escala en Roma. Allí le esperaban dos tíos y su abuela materna. La familia de su madre es checa; la de su padre, siria.
El día de la Comunitat Valenciana leyó el discurso final en valenciano de la manifestación de la Comissió 9 d’Octubre para destacar que Valencia es una ciudad de acogida.
¿En qué momento explota y dice: “Me voy”?>Era una situación bastante delicada. No era estar en casa y esperar a que te caiga una bomba, sino estar en la primera línea. Deserté de la ‘mili’ y huí de Siria porque o mataba o me mataban. Es una guerra civil, sirios contra sirios. Ese no era mi sitio.>
¿Fue de un día para otro?>La tensión se vivía desde hacía muchos años, ya con el golpe de estado de Al Asad. En 2010 empezaron los puntos de control, demasiada policía en la calle… Y explotó. En 2011 me vine. No lo tenía pensado, simplemente o huía o acababa bajo tierra.>
¿Dónde tiene a su familia?>Mi madre y familia materna vivían fuera desde hacía años. Mi tío vino a trabajar y a estudiar, se fue del país durante el conflicto armado de 1983. Mis abuelos vinieron a visitarle, pero por enfermedad de mi abuelo se quedaron aquí. Mi padre sigue en Siria porque él y su familia están metidos en política. Allí también tengo a una hermana de 11 años y un hermanastro. >
¿Cómo le sentó a la familia de su padre su huida?>Bastante mal. Para ellos deserté y tuvieron problemas con la policía secreta y con la policía militar. También hemos chocado mucho por temas políticos: pensamos de forma diferente. Ellos están con el gobierno y yo no estoy en contra sólo del Régimen, sino contra todo lo que está pasando. Ahora mismo no puedes ser neutral, o eres de una parte o eres de otra. Y todos tienen las manos manchadas.>
¿Mantiene el contacto con sus padres?>De vez en cuando. Con mi padre lo intentamos cuando hay conexión y quizás logramos hablar durante dos minutos… Pero solo cosas formales. Con mi madre es difícil por los horarios.>
Cuando desertó, se encontraba haciendo el servicio militar obligatorio. ¿Cómo consiguió escapar?>Sobornando. Allí sobornando haces lo que quieras. Si has asesinado a alguien, pagas y te dejan en paz: acusan a otra persona y ya está.>
¿A quién tuvo que pagar para salir?>A funcionarios, militares, puntos fronterizos… También en Líbano.>
¿De dónde sacó el dinero?>Lo tenía ahorrado. Era estudiante pero he trabajado desde los 16 años. Mi intención era entrar en la universidad en España, pero no me convalidaron los títulos y tuve que volver a hacer 4º de ESO y Bachillerato.>
¿Qué consecuencias permanentes ha tenido su huida?>Los problemas con mi familia. Y que tanto Estado Islámico, como el ejército libre como el Régimen me tienen en búsqueda y captura. Pero estoy tranquilo porque tengo el asilo.>
¿Cómo fue su llegada a Valencia?>Si te digo la verdad, no me acuerdo de nada. Es como un vacío que tengo en la memoria.>
Memoria selectiva.>¡Creo que sí! Y no me quiero acordar. El cerebro me ha ayudado a borrar los diez primeros días. Por lo menos tuve la suerte de salir, miles de chicos intentaron hacer lo mismo y acabaron muertos.>
¿Tuvo que pedir asilo político?>Tenía permiso de residencia por estudios. Vine de forma legal, no tuve ningún problema. Pero al salir de Siria de forma ilegal, no puedo renovar mi pasaporte. Perdí la residencia y me vi obligado a pedir asilo político. Para serte sincero, todos los sirios pensábamos que aquello iba a acabar pronto, que habría una amnistía general y todos podríamos volver.>
¿Le gustaría volver algún día?>No. Aunque acabe la guerra. Mis recuerdos de Siria son bonitos. He vivido el conflicto en Damasco, pero no en Aleppo [uno de los frentes de guerra más crudos], que es mi ciudad. No quiero ver como está ahora el lugar donde crecí.>
¿Cómo es su vida en Valencia?>Estudiando y buscando trabajo. [Ríe] Acabé el paro en agosto, me dedicaba a la hostelería. También he trabajado en una red de noticias siria, documentando lo que estaba pasando en la revuelta en la sección en español.>
¿Cómo ha cambiado su vida cotidiana de Valencia a Aleppo?>Muchísimo. El nivel de vida de mi familia allí era muy alto. Después estuve casi dos años como indigente en el servicio militar, donde te tratan como a animales o esclavos, sin apenas comida ni agua. Eso para servir a una persona que ni siquiera conoces. Son carne de cañón y las familias no reciben compensación económica alguna. Hoy el tejido social está roto: entre refugiados, desplazados, muertos y desaparecidos el país ha perdido más de la mitad de su población. Miles y miles de jóvenes han muerto y ahora la mayoría de gente está sin trabajo. Nunca había visto sirios comiendo de la basura y eso se empezó a ver con la guerra.>
¿Qué le parece la iniciativa municipal ‘Valencia Ciudad Refugio’?>Empezó como una plataforma ciudadana, en la que participo, de personas que intentamos ayudar a otras personas. Fue muy emocionante ver a miles de personas volcándose para ayudar a gente que ni conocen.>
Los proyectos de acogida han surgido tras la gran cobertura mediática sobre la llegada de refugiados a Europa, pero el conflicto y el éxodo lleva años en aumento.>Personalmente, nunca he sentido que necesitaba a nadie porque siempre tenía a alguien al lado: mis amigos e incluso mis profesores. Antes había muy pocos refugiados. Empezaron a llegar más en 2013, pero intentamos llamar la atención y nadie nos hacía caso. Ya sabes cómo son los medios de comunicación y el poder que tiene una foto como la del pequeño Aylan en la playa. Ahora sí y es increíble: nunca había visto un apoyo como el del pueblo valenciano, hay que decirlo. Me han acogido como a uno más y eso creo que no pasa en todos los sitios.>
¿No ha tenido ningún problema en España por ser extranjero?>Que no encuentro trabajo. [Ríe] Hice una prueba con unos amigos entregando currículums en los mismos sitios y, teniendo yo más experiencia en un determinado sector, les llamaron a ellos y a mí no. Creo que es por el apellido.>
¿Qué opina de que se ponga un cupo a la llegada de refugiados?>Humanitariamente es horrible. Hay gente que está literalmente en la calle, no tienen dónde vivir, necesitan protección. Hicimos la plataforma para presionar… A ver si hay suerte.>
¿El conflicto tiene solución?>Sí. Y además se podía haber evitado. La solución pasaría por que el gobierno y la oposición pacten un gobierno temporal para frenar al Estado Islámico.
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