«No soy un asesino; vine a España a buscarme la vida»
El acusado de matar a palos a una anciana en El Raal y de herir a otras dos asegura que el día de la agresión estaba en un bar de Beniel
La Verdad, , 14-10-2015Antes de entrar en la sala de vistas de la Sección Segunda de la Audiencia Provincial, el acusado por el ‘crimen de los huertos’ pasó junto a los familiares de la difunta María del Carmen Gea. Lejos de apartar la vista, les miró directamente a los ojos con actitud altiva. Tahar R.F., natural de Marruecos, fue una caja de sorpresas desde el principio, ya que arrancó su testimonio afirmando que después de ser detenido en El Ejido por la Guardia Civil y de prestar declaración, el 8 de marzo de 2012, todo lo que afirmó en aquel momento fue bajo presión y malos tratos: «Me pegaron en los genitales».
Trató de cambiar su rol de villano por el de víctima nada más iniciarse el interrogatorio del fiscal José María Alcázar. «Me llamaron violador, matamujeres…». También cambió las versiones que ofreció cuando declaró en el juzgado en marzo de 2012 y en enero de 2013. «Tenía miedo», declaró, para añadir que «me habían pegado».
Inicialmente había asegurado que estaba trabajando en el campo, el lunes 27 de febrero de 2012, cuando María del Carmen Gea, oriolana de 69 años, fue asesinada a golpes en el carril del Rincón de los Cobos de El Raal, y sus amigas, Fina Meseguer Ruiz, oriolana de 64 años, y Mari Carmen Calderón Roldán, de El Raal, de 79 años, fueron golpeadas con una rama de limonero. Sin embargo, ayer defendió que el día de autos estaba buscando trabajo en Zeneta.
Dio un giro a su versión después de soltar un alegato en castellano, sin ayuda de su traductor. «Yo no soy un asesino; vine a España a buscarme la vida. ¡Llevo toda mi vida trabajando! ¡Mira mis manos!», clamó mientras se las mostraba al fiscal. Y negó que robase a la fallecida cinco euros. «Nunca he robado ni vendido drogas».
El Ministerio Público interrogó a Tahar sobre lo que hizo en aquella funesta jornada y éste contó al milímetro aquel lunes y subrayó que estuvo con gente lejos del Carril del Rincón de los Cobos. «Me levanté a las seis de la madrugada y fui en bici a Zeneta». Allí vio a Ignacio, al que pidió que le diese un jornal para recoger patatas. Pero no había trabajo y regresó al piso que compartía en el barrio de Rocasa de Beniel. «A la una del mediodía bajé a la tienda de Alí a por carne». A la hora a la que se perpetró el crimen, a las 16.45 horas, «estaba hablando en la puerta de un locutorio y luego tomé café en la terraza de un bar español en Beniel. Regresé a casa cuando oscurecía».
Testigos desaparecidos
El fiscal le recordó que dos testigos, Khalid Mahil y Noufal Hiba, ambos argelinos, se lo toparon de frente por el citado carril cuando corría hacia un bancal tras la agresión a las ancianas. Tahar insinuó que declararon contra él movidos por intereses personales. «Les conocía de vista. Un mes antes me pidieron irse a vivir conmigo en el piso de Rocasa, pero les dije que yo no acepto a ladrones».
La hipótesis de que «me tendieron una trampa» no se podrá comprobar, ya que ha sido imposible localizar a esos testigos. De hecho, este fue el motivo de que se retrasara la vista oral, a la que ya no podrá asistir una de las supervivientes del ataque, Mari Carmen Calderón Roldán, que falleció hace dos semanas.
Tahar relató que un día después de la agresión volvió al campo a recoger limones, y que huyó a El Ejido animado por dos de sus compañeros de piso. «Me dijeron que habían matado a una señora cerca de la casa, que me estaban buscando y que, como no tenía papeles, me iban a mandar a Marruecos. Si hubiera sido un poco inteligente habría ido a la Policía a decir lo que sabía».
Tras su declaración, testificaron ocho agentes de la Guardia Civil, que corroboraron que los testigos describieron al acusado «sin ningún género de dudas». Fue identificado gracias a una foto que el propio sospechoso entregó al Ayuntamiento de Beniel para empadronarse. Abderrafat, un marroquí que convivió una temporada con Tahar en la Casa de Los Rodríguez, un inmueble en ruinas cerca del carril de los Cobos, confirmó a los agentes que el sospechoso se había mudado a Rocasa. «Lo describió y dijo que le causaba miedo».
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