Internacional

Una camarera italiana echa del bar a dos clientes que rechazaron ser servidos por un negro

ABC, ángel gómez fuentescorresponsal en roma, 14-10-2015

La joven camarera recibió las felicitaciones y flores de los habitantes de Montagnana, Padua

Un sorprendente episodio de racismo ha sido vindicado por un gesto de gran humanidad. Una pareja de clientes ancianos se negaron a ser servidos en un bar por un camarero negro. En Montagna, pueblo de 9.000 habitantes en la provincia de Padua, al norte de Italia, una joven camarera, Laura Cioetto, estudiante universitaria, ha tenido que defender a su colega cuya única culpa era tener la piel de color. Sin dudarlo, Laura no solo defendió a su compañero por la ofensa recibida, sino que echó del local a los dos clientes sin contemplaciones: «Podéis marcharos a la calle, aquí no servimos a clientes racistas», les espetó Laura. Al marido y su mujer no les quedó más remedio que, entre murmullos, darse medio vuelta y abandonar el local.


La noticia corrió de inmediato por el pueblo, gracias también a las redes sociales. Numerosos habitantes de Montagnana se acercaron al bar a felicitar a Laura y algunos le llevaron flores, en señal de reconocimiento por su bello gesto de altruismo y compañerismo. La joven ha comentado en Facebook el episodio: «Dada la rápida difusión de la noticia que, involuntariamente, me ve como protagonista, me siento obligada a reiterar mi pensamiento: De este hecho me gustaría que viniera resaltado solo el respeto por los demás y la dignidad de cualquier ser humano en cuanto tal. Creo que estos no son valores para instrumentalizarlos en los medios. Si lo sucedido puede servir de ejemplo, ¡bienvenido sea! Cada uno de nosotros, en su quehacer cotidiano, puede hacer gestos de coraje y humanidad, sin estar en la primera página de un periódico».


Laura confiesa que, al margen del racismo, es una cuestión de respeto hacia las personas: «El respeto es la primera piedra sobre la que construir cualquier tipo de relación de trabajo o de amistad. Hubiera defendido igual a un compañero al que lo hubieran insultado llamándole gordinflón». La joven camarera no quiere ninguna publicidad porque considera su gesto normal y natural. Laura da así una bella lección y ejemplo: La humanidad como normalidad.

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