Medio centenar de murcianos se ofrecen para colaborar en la acogida de refugiados

La oficina municipal recibe en sus primeros diez días en marcha alojamiento en casas particulares y servicios sanitarios y jurídicos

La Verdad, JOSEFINA MECA, 02-10-2015

Del movimiento social que ha causado en las últimas semanas la denominada crisis de los refugiados se desprenden dos conclusiones paralelas fundamentales. Por un lado, los actos aberrantes que puede llegar a perpetrar el ser humano, y, por otro, la solidaridad esperanzadora que se origina, de manera natural, entre la ciudadanía.

Ante la inminente llegada de un número aún por determinar de refugiados a Murcia, el Ayuntamiento ha puesto en marcha la Oficina de Ayuda al Refugiado, en las dependencias de Servicios Sociales de Tienda Asilo (calle Eulogio Soriano, 6). Este servicio tiene como objetivo encauzar la solidaridad manifestada por los vecinos en concentraciones, marchas y, por supuesto, redes sociales. «Una vez que la respuesta está organizada por las instituciones públicas, a través de entidades del Tercer Sector, esta oficina se pone a disposición de los ciudadanos para canalizar su solidaridad», explica Ángel Navarro, trabajador social del Consistorio y coordinador del equipo que atiende este servicio, que completan otras cuatro trabajadoras sociales. Los mismos funcionarios atesoran una amplia experiencia, al frente del Servicio de Emergencia Móvil y Atención Social (Semas), y de la atención especializada a personas sin hogar, inmigrantes y otros colectivos vulnerables, departamentos vinculados a la Concejalía de Derechos Sociales, que dirige Conchita Ruiz.

«Si das, que no te cueste»

Desde que abriera sus puertas el pasado 23 de septiembre, la Oficina de Ayuda al Refugiado ha contabilizado al menos medio centenar de contactos de particulares, empresas y entidades, que ofrecen todo tipo de colaboración. Las más numerosas son las que tienen que ver con el voluntariado (personas que desean cooperar de cualquier forma), la vivienda (familias que ofrecen sus casas) y servicios sanitarios (profesionales del sector, dispuestos a atender a enfermos). «Un matrimonio de médicos ofrece atención sanitaria y una vivienda adosada a la suya para personas con problemas de salud», comenta Navarro. Un profesor de fonética de la Universidad de Murcia se ofrece para dar clases de español a los ciudadanos. También hay muchas propuestas para entregar prendas de vestir, como «una madre que quiere donar ropa de sus hijos, para niños de entre tres y cinco años», detalla el coordinador de la oficina. Las propuestas para ayudar a los refugiados desde el punto de vista jurídico son muchas, pues «necesitarán asesoramiento en este aspecto cuando lleguen». Las donaciones de enseres, como muebles y otros objetos para el hogar, se facilitará por parte del Ayuntamiento, que pondrá los medios necesarios para el traslado. «Se trata de facilitar la inquietud social. Si tú das, que no te cueste». Otros ofrecimientos han sido juguetes, material escolar y productos de higiene personal.

Al margen de la ayuda desinteresada, se ha abierto también una ventana de oportunidad para aquellos que buscan empleo. «Estamos recibiendo llamadas de gente que vende servicios profesionales, como trabajadores sociales, traductores… En estos casos, los currículos los enviamos a las entidades gestoras», dice Navarro, que llama la atención en este punto sobre la relación entre «su crisis y nuestra crisis».

«Responsabilidad pública»

Las ofertas de alojamiento de los ciudadanos son complementarias a las 120 plazas de residencia que gestionan los Servicios Sociales, a través de entidades como la Fundación Rais y Jesús Abandonado. «Hasta que esas personas estén aquí, no sabemos las necesidades reales que tendrán», puntualiza Navarro, que añade que si es necesario «se articulará algún complemento presupuestario» para atenderles. Asimismo, tendrán que ponerse en marcha mecanismos para facilitar los procesos de escolarización de los niños y la inserción sociolaboral de los mayores. El trabajador social incide en que la Oficina de Ayuda al Refugiado es un complemento a los servicios de las entidades que gestionarán los recursos, Accem y Cruz Roja. «Está claro que la responsabilidad en este asunto es pública. Para nosotros la clave es esa. El movimiento ciudadano ha detonado la gestión de las instituciones, pero ningún gobierno puede estar pendiente de que le azoten para atender», opina.

No deja de ser paradójica la explosión de solidaridad surgida a raíz de este asunto, si se piensa en la falta de sensibilidad de muchos ante las situaciones de pobreza extrema que se ven cada día en las calles de la ciudad. Ángel Navarro tiene la respuesta: «La costumbre hace de antídoto. La crisis de los refugiados, sin embargo, impacta», expone, y hace referencia a la imagen de Aylan que dio la vuelta al mundo, el niño sirio de tres años que murió ahogado en el Mediterráneo cuando intentaba, junto a su madre y sus hermanos, huir de la guerra, y que se ha convertido en el símbolo de la tragedia que sufren millones de personas. «La solidaridad es cortoplacista», advierte Navarro, que señala que también hay solidaridad permanente, anónima en la mayoría de los casos, «pero no está bajo un impacto».

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