NUEVA YORK. (Redacción y Agencias).- El G-7 y los países del Golfo acordaron anoche dedicar 1.800 millones de dólares (unos 1.600 millones de euros) a la crisis de los refugiados sirios, fondos que serán destinados sobre todo a dos agencias de la ONU, el Alto Comisionado para los Refugiados (Acnur) y el Programa Mundial de Alimentos (PAM), que trabajan en los campos de acogida en Turquía, Jordania y Líbano, principalmente.
El compromiso reúne a Alemania país que formuló la propuesta Gran Bretaña, Francia, Italia, Canadá, Estados Unidos, Kuwait, Arabia Saudí, Qatar, los Emiratos Árabes y Japón, que por su cuenta aportará además casi la misma cantidad.
La respuesta sin embargo se queda corta. La crisis siria es la más grave en un panorama mundial que afecta a más de 60 millones de personas –la más grave en diez años- y para la cual a ONU pedía 20 millardos de dólares, es decir, una demanda récord. Ya en la apertura de la Asamblea General, Ban Ki Mun advertía de que las agencia humanitarias de la ONU están en quiebra.
La cifra consensuada contrasta con una oferta particular de Japón de otros 1.500 millones de dólares para auxiliar a los refugiados de Siria e Iraq y para apoyar los esfuerzos de paz en Oriente Medio y África. En concreto, destinará 810 millones a los refugiados y desplazados –el triple de lo que aportó el año pasado- y 750 millones en proyectos como suministro y saneamiento de aguas en Iraq.
El primer ministro nipón, Shinzo Abe, afirmó que su país no puede acoger refugiados porque primero Japón tiene que atender a sus problemas demográficos: la caída de la natalidad y el envejecimiento de la población.

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