Los hijos de la guerra invisible huyen a Europa

Miles de afganos llegan a la UE para escapar de un conflicto que Occidente da por zanjado

El Mundo, AHMED RASHID LAHORE (PAKISTÁN) ESPECIAL PARA EL MUNDO, 29-09-2015

No se entiende bien por qué están llegando tantos afganos a rebufo de las oleadas de refugiados sirios e iraquíes que en estos momentos entran a raudales en Europa. En Occidente se ha propagado la falsa premisa de que la guerra en Afganistán ha terminado; que se habrá ganado o perdido, pero que se ha acabado. Eso está lejos de ser cierto; la guerra acaba de entrar en su fase más violenta.

Muchos afganos también dan por amortizado el futuro de su país, en el que la guerra civil con los talibán continúa en todo su apogeo en el preciso momento en que los últimos soldados de Estados Unidos y la OTAN se preparan para marcharse.

Representes del Gobierno alemán me han informado personalmente en Berlín durante la semana pasada que, tras sirios e iraquíes, los afganos constituyen el tercer mayor contingente de migrantes llegados recientemente a Alemania, mientras que un alto cargo de la ONU en Ginebra me ha dicho que los afganos podrían representar el segundo mayor contingente de recién llegados si se cuentan todos los accesos a Europa.

Según él, muchos afganos han estado esperando durante meses en Turquía, Irán y Grecia el momento en que se vinieran abajo las fronteras europeas. El Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados calcula que 77.731 afganos han solicitado asilo en Europa en los primeros seis meses de 2015 frente a 24.154 en el mismo período del año pasado.

La tragedia de los afganos se ve agravada por el hecho de que, a pesar de que la comunidad internacional no se ha planteado ningún nuevo plan para poner fin a la guerra en Siria, se están haciendo intentos, pero prácticamente no hay ningún interés internacional por Afganistán. Por el contrario, los ataques de los talibán se han multiplicado, el Gobierno empieza a tambalearse y hay una crisis económica enorme desde la retirada de la mayor parte de las fuerzas occidentales a principios de este año.

Lo peor es que, según el alto cargo de la ONU, muchos de los migrantes afganos que tratan de llegar a Alemania son los mejores y los más brillantes de los jóvenes afganos bien educados de clase media que llegaron a la mayoría de edad después [de los atentados de Nueva York y Washington] del 11 de septiembre [de 2001], que han recibido una formación práctica y que han ocupado buenos puestos de trabajo durante la presencia de Estados Unidos y la OTAN en Afganistán. La mayoría de ellos han perdido ahora sus puestos de trabajo, no ven ninguna esperanza de reactivación económica y, en consecuencia, se están marchando.

Los alemanes se sienten especialmente consternados porque han sido diplomáticos alemanes quienes, junto con el Gobierno afgano, más han insistido a Washington que prolongue su presencia militar en Afganistán más allá de 2016. Alemania teme, con razón, un éxodo aún mayor de refugiados afganos si se retiran los 12.000 soldados estadounidenses y de la OTAN que aún quedan allí.

Muchos de los que llegan a Europa proceden también de Pakistán, donde todavía hay millón y medio de refugiados afganos registrados y otro millón de no registrados, una población remanente de las guerras de Afganistán de los años 80 y 90.

Pakistán se niega ahora a seguir acogiendo a estos refugiados más allá de fines de este año y los va a obligar a volver a Afganistán si la comunidad internacional no consigue llegar a una solución. Eso está empujando a muchas familias afganas a abandonar Pakistán y a realizar el peligroso recorrido en autobús a través de Irán y Turquía en su intento de llegar a Europa.

Otra importante fuente de refugiados afganos es la población hazara [el tercer gran grupo étnico de Afganistán, que constituye un 24% de su población], que continúa siendo blanco predilecto de los talibán y de Al Qaeda por ser chií. Los hazara siguen siendo perseguidos a muerte por su fe y se les reconoce al instante debido a sus rasgos físicos mongoles.

Aún peor, algunos refugiados hazara chiíes en Irán están siendo reclutados para pelear en el bando del presidente sirio, Bashar Asad, lo que los convierte en objetivo incluso más buscado por los extremistas suníes de Pakistán, Irán y Afganistán. El presidente Barack Obama ha guardado silencio sobre Afganistán y la crisis de refugiados procedentes de allí, aunque tanto los países europeos como los de la región vuelven todavía sus ojos hacia EEUU en busca de soluciones que por un lado, pongan fin a la guerra afgana y por otro, movilicen un mayor apoyo económico al Gobierno de Kabul. Frente a eso, la retirada total de soldados estadounidenses en 2016 hace aún menos probables las posibilidades de un acuerdo sobre Afganistán.

A pesar de que hay muchas manos retorciéndose de angustia en Washington ante lo que se percibe como un hundimiento del poder y de la influencia de su país en el mundo con el presidente Obama, el hecho es que Estados Unidos sigue siendo indispensable a la hora de tomar la iniciativa para resolver crisis como la de Afganistán. La crisis de los refugiados de Afganistán es una maraña de 35 años de guerras, invasiones, extremismo islámico y desplazamientos continuos de población.

No obstante, los talibán están más dispuestos a conversaciones de paz de lo que lo haya estado nunca el Estado Islámico y Afganistán es más susceptible de una solución política de lo que pueda serlo Siria en mucho tiempo. Es hora de que Occidente se centre en lograr la paz en Afganistán.

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