La cabeza alta

El efecto pigmalión

El Correo, anton merikaetxebarria, 24-09-2015

De un tiempo a esta parte abundan las películas sobre adolescentes conflictivos, de las que ‘La cabeza alta’ es un claro ejemplo. El argumento se centra una vez más en la inadaptación juvenil en los suburbios de las grandes ciudades, en este caso de Francia, donde sobrevive mal que bien un chaval producto de un hogar desestructurado, que acaba en un centro de internamiento. La forma en que se nos presenta a esta especie de ‘animal herido’ es semejante a la de otros títulos del mismo estilo, sin que la meritoria realizadora francesa Emmanuelle Bercot aporte nada verdaderamente original al desenlace de la historia.

Una historia realista que pudo dar lugar a un filme de interés sociológico en profundidad, que en cambio opta por una narración en clave un tanto agónica y pierde fuerza, contundencia y la lucidez necesaria para golpear el universo adulto de cara al presente y al futuro. Es un drama contemporáneo que señala el problema del desarraigo en una sector significativo de la juventud actual, con las correspondientes problemáticas familiares y sociales. A partir de ahí, la adolescencia inadaptada y los centros de rehabilitación son los dos polos en los que se desarrollan los hechos.

Un actor de nuevo cuño como Rod Paradot da vida al violento joven protagonista, mientras que la señorial Catherine Deneuve encarna a la jueza incapaz de comunicar el efecto pigmalión a las expectativas vitales del personaje en cuestión, ignorando tal vez que no hay nadie más triste que un adolescente decepcionado. La exploración psicológica de estas dos criaturas carece de la tensión y emoción exigible en estos casos. Por otra parte, aun cuando ‘La cabeza alta’ parece afirmar que menos mal hacen estos jóvenes desarraigados que los malos jueces, insiste asimismo en recalcar que el fracaso de educadores y jueces está asegurado. Lo cual no es de recibo en los airados tiempos que corren.

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