El año 2014 supone un punto de inflexión en la estadística de la OCDE, que señala que vuelve a crecer el número de inmigrantes en nuestro país a un ritmo del 10% anual después de haber estado cayendo desde 2007. La crisis ha tenido como consecuencia la pérdida de un 72% de los inmigrantes que habían llegado a España, lo que supone que harán falta siete años para volver a los niveles iniciales de trabajadores extranjeros, pero estas cifras no recogen todavía la ola de refugiados y el proceso puede acelerarse considerablemente.

«Por supuesto, los primeros en beneficiarse del crecimiento económico son los trabajadores españoles, ese dato se registra en las estadística de paro, pero es muy relevante que el número de inmigrantes haya aumentado gracias a que las condiciones económicas han mejorado sensiblemente», indica el experto de la OCDE Thomas Liebig, que ayer presentó el informe International Migration Outlook 2015 en Berlín. «La mejora de las condiciones económicas y del mercado laboral» aparece como primera causa del cambio de signo.

Tampoco recoge el informe los datos de regreso de españoles que habían emigrado en busca de trabajo al extranjero, puesto que la OCDE solo dispone de estos datos a cierre de 2013. El informe explica que, «como en años anteriores, España registró un saldo migratorio negativo» en 2013, cuando llegaron 248.000 personas frente a las 460.000 que se marcharon. Cuando se trata sólo de españoles, salieron 73.000 frente a los 32.000 que entraron. Dos tercios de esos emigrantes habían nacido en España y tres cuartas partes estaban en edad de trabajar.

Los indicios apuntan a que, una vez procesados los datos de 2014, el saldo migratorio descenderá visiblemente. Y otra novedad es que la inmigración no llega ya fundamentalmente a sectores cíclicos como la construcción, sino que se extiende por toda la economía. El nivel de cualificación de los inmigrantes, además, ha aumentado significativamente y nos encontramos con que en España uno de cada diez médicos es ya de origen inmigrante. Todos estos cambios, sin embargo, quedarán en mera anécdota en comparación con la evolución que impulsará la llegada de un millón de refugiados, según los cálculos de la OCDE, a finales de este mismo año. En este sentido, la organización insiste en la necesidad urgente de una respuesta coordinada de todos los países, así como un ajuste más amplio en políticas migratorias a largo plazo.

«Lo más posible es que el éxodo continúe y unos 400.000 refugiados anualmente se queden definitivamente, lo que acarreará importantes cambios en el mercado laboral y en la sociedad de los países receptores», estima el informe.

La OCDE recuerda que «Europa tiene la obligación y la capacidad para hacer frente a esta crisis trágica y sin precedentes», y advierte que un fracaso en la integración de los recién llegados «podría avivar los extremismos», así como «el temor de los extranjeros que explica en parte la falta de acción de los gobiernos a la fecha».