Cientos de miles de refugiados provenientes de Oriente Próximo han llegado a Alemania en lo que va de año y hay más en camino. Para facilitar la adaptación a su nuevo hogar Arabia Saudí ha propuesto subvencionar la creación de 200 mezquitas. La oferta del rey Salman ha sido calificada de «cínica» por pesos pesados políticos que lamentan el doble rasero que juega el reino del golfo Pérsico. El vicepresidente de la CDU, el partido de Merkel, fue el más claro. «En lugar de mezquitas, Arabia Saudí debería pensar en acoger refugiados y dejar de financiar al Estado Islámico», criticó Armin Laschet.

¿Qué han hecho las ‘petromonarquías’ para paliar el éxodo? Amnistía Internacional denunció que países como Arabia Saudí, Kuwait, Bahréin, Catar, Omán y Emiratos Árabes Unidos han donado millones de dólares a la ONU para colaborar en la ayuda a los refugiados pero no han albergado a ninguno. Esos estados no están adheridos ni a la Convención de Refugiados de 1951 ni al protocolo del 67, lo que supone que técnicamente no están obligados a abrir sus puertas. «Los únicos a los que han aceptado son palestinos y porque los usan políticamente para criticar a Israel», apunta Gemma Pinyol, investigadora en políticas migratorias asociada a GRITIM – UPF. La falta de políticas de integración y el maltrato que reciben en muchos de esos países hace comprensible que el destino de los refugiados sea Europa.

Aunque ACNUR apunta que hasta 30.000 refugiados viven en Arabia Saudí, son cifras del Gobierno que no han podido ser contrastadas. La monarquía también asegura que ha acogido a 40.000 personas de Yemen, país al que está bombardeando. A pesar de la cercanía geográfica y cultural, estos estados se amparan recurrentemente en que abrir las fronteras supone beneficiar al yihadismo del Estado Islámico algo que resulta aún más irónico al saber que muchos de ellos promocionan el radicalismo islámico. Subvencionar mezquitas es propagar esa visión.