NAWAL AL SAADAWI
«LAS MUJERES OCCIDENTALES CON VELO SON ESTÚPIDAS»
Feminista y escritora egipcia. En 1972, sus ideas le costaron la expulsión del Ministerio de Sanidad egipcio. Amenazada de muerte por el fundamentalismo, buscó refugio en Estados Unidos. Hoy, de nuevo en Egipto, continúa su lucha.
El Mundo, , 19-09-2015Al Saadawi, a punto de cumplir los 84 años, es una institución en el feminismo árabe. Siempre a contracorriente, la lucha ha curtido su existencia. En 2005,trató de disputar sin éxito la presidencia al todopoderoso Hosni Mubarak. Habitante del sueño torturado que alumbró la plaza cairota de Tahrir, Al Saadawi no ha perdido la esperanza de que el país más poblado del mundo árabe sea capaz de liberarse de sus cadenas. «La revolución fue abortada por los Hermanos Musulmanes y el ejército, pero la esperanza es poder. A lo largo de mi vida han intentado callarme. Hay que seguir luchando», dice a EL MUNDO desde su apartamento en el barrio de Shubra, El Cairo. Ha participado en Madrid en unas jornadas sobre igualdad de género y defensa de los derechos de la mujer en el norte de África y Oriente Próximo organizadas por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, un encuentro que no duda en criticar por su escasa amplitud de miras. «No tiene sentido analizar el avance de un país por contar con una cuota reservada a mujeres en el Parlamento», arguye.
Pregunta.–Se graduó en Psiquiatría en la Universidad de El Cairo en 1955. ¿Como era aquella universidad y aquel país?
Respuesta.–Muy diferente a los actuales. Mucho mejor que lo que tenemos hoy. No había ni una sola mujer con velo y solíamos jugar al tenis y nadar. Los compañeros varones venían a casa. Cuando mi hija fue a la universidad el 70 por ciento de las mujeres lucía pañuelo. Ahora supera el 95 por ciento. El pañuelo es un símbolo de la opresión. Se ha producido un deterioro muy evidente. Teníamos problemas económicos, pero la sociedad era mejor. Éramos más libres.
P.–¿Quiénes son los responsables de la involución?
R.–Durante los 70, bajo la presidencia de Anuar al Sadat, se produjo un colapso económico y educativo. Sadat avivó el fundamentalismo islámico y arruinó este país. Sufrimos al mismo tiempo la americanización y la islamización. Las mujeres se colocaron el pañuelo o se desnudaron enfundándose vaqueros ceñidos conforme a la moda occidental. Mubarak sólo continuó la deriva.
P.–Es muy crítica con el uso del hiyab (pañuelo). ¿Qué opina de las occidentales que abrazan el islam con velo incluido?
R.–Son estúpidas. Están oprimidas. Muchas de ellas lo hacen porque se enamoran de musulmanes. Entablan una relación con un musulmán y para complacerle se ponen el pañuelo. Lo cierto es que la mentalidad de las mujeres occidentales y orientales no es muy diferente. Son un viejo producto del patriarcado. Hay que construir una nueva sociedad con ideas y tradiciones nuevas en las que no haya rastro de religión.
P.–Un mundo sin credos…
R.–Sí. La religión entendida como unos textos que hay que seguir es una enfermedad. Otra cosa son las grandes ideas universales. Mi abuela, que no sabía leer ni escribir, me dio la primera lección de religión. Me dijo que Dios era justicia, libertad, amor y belleza. Esa es la esencia de todos los credos. La religión es una ideología política. Debemos liberarnos de ella para librar la batalla política con Dios fuera del combate.
P.–Durante décadas ha luchado contra la mutilación genital femenina. La práctica, sin embargo, sigue vigente en Egipto…
R.–Así es. El Gobierno promulgó una ley en 2008 prohibiendo la práctica, pero nunca dejó de ser papel mojado. No sólo no se ha erradicado la ablación sino que ha aumentado. Los médicos van a los pueblos a circuncidar a las mujeres. Egipto es el peor país del planeta en mutilación genital, por delante de Etiopía o Somalia. La legislación nunca es la solución. No se puede acabar con prácticas salvajes y muy enraizadas en la sociedad a golpe de norma. Hay que movilizar a la gente, educarla y lograr una auténtica revolución en la educación.
P.–El Gobierno no parece muy dispuesto…
R.–Ningún Gobierno educa bien a su población. Los políticos sobreviven porque construyen ciudadanos ignorantes y temerosos al conocimiento. Si la gente fuera valiente, cultivada y creativa, ningún gobernante sobreviviría a ello. Ni aquí en Egipto ni en España.
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