Cambios en el plan de acogida

El Mundo, PABLO R. SUANZES BRUSELAS CORRESPONSAL, 22-09-2015

Los embajadores de los 28 Estados Miembros de la UE lo intentaron ayer. Y lo volverán a intentar hoy, pero el acuerdo está muy lejos. Que la crisis migratoria haya empeorado, se haya extendido y tenga los Balcanes, Hungría y una decena de fronteras colapsadas o cerradas no ha servido para que los países se pongan de acuerdo sobre la estrategia para dar acogida a las decenas de miles de personas que huyen de la guerra en Siria, Afganistán o Eritrea.

La semana pasada fracasaron por la fuerte oposición de Hungría, República Checa y Eslovaquia al plan diseñado por la Comisión Europea. La situación llegó a tal punto que el presidente del Consejo, Donald Tusk, se vio obligado a convocar una Cumbre con los jefes de Estado y de Gobierno.

En el encuentro de los ministros la unanimidad no es obligatoria, pero sí muy necesaria. Forzar a una serie de países a aceptar refugiados contra su voluntad deja en un lugar crítico la soberanía y a los demandantes de asilo.

Técnicamente es posible que los ministros sometan a votación el plan, y que salga por mayoría simple, puesto que ahora mismo son muchos más a favor que en contra. Pero antes de tomar esa decisión es posible que quieran dar una oportunidad a la negociación.

Hungría, ahora mismo, está plantada. No quiere el plan que incluye aliviar al país recolocando hasta 54.000 refugiados al resto de países de la UE a ningún precio. Ese reparto aceptaría el grueso del plan, que entre otras cosas obligaría a incluir un registro de información básica de todos los que van llegando, algo a lo que el primer ministro, Viktor Orbán, se niega, pues considera que es tarea del primer país de la UE en el que toquen tierra, que suele ser Grecia.

Hay un problema de calado. Una vez que los refugiados estén dentro de territorio Schengen, ¿cómo evitar que se queden en el país que les sea asignado y no al que quieran ir? El último borrador en el que trabajan las delegaciones incide en forzar la estancia amenazando con cortar las ayudas sociales a quienes no respeten las normas. Algo que, a su vez, presenta problemas legales por los convenios internacionales de protección a los refugiados.

El bloque formado por Hungría, Polonia, República Checa, Eslovaquia, Letonia y Rumanía va a ser muy difícil de convencer. El objetivo es lograr un texto en el que se obligue a todo el mundo a participar pero sin que en ningún sitio conste que se obliga y que nadie parezca el malo de la película.

Alemania, Suecia, Francia y la propia Luxemburgo están cansados y quieren aumentar la presión. Berlín sugirió de forma indirecta la semana pasada que los que no quieran contribuir sean penalizados de alguna manera, porque ven a la UE «como un cajero automático». Pero el margen de maniobra para algo así es mínimo, como admiten en el Consejo y la Comisión.

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