La ola de refugiados podría abrir una crisis política en los Balcanes

Croacia exige a Grecia que no envíe migrantes y Hungría despliega el Ejército

La Voz de Galicia, CRISTINA PORTEIRObruselas / corresponsal,, 22-09-2015

La tensión política aumenta en los Balcanes. La región se ha convertido en un laberinto para los refugiados, la mayoría sirios que intentan desesperadamente atravesar el territorio, y los países de tránsito que los reciben se han puesto en pie de guerra por la gestión de la crisis migratoria. Se acusan mutuamente de no cumplir con sus obligaciones de asilo.

Desde que Hungría cerró a cal y canto la frontera con Serbia, el vaivén de trenes y autobuses con refugiados se ha desviado hacia la frontera croata y eslovena. Desde allí vuelven a entrar a territorio magiar, el camino más corto para alcanzar Austria y finalmente Alemania. El blindaje húngaro ha precipitado la marcha directa de miles de migrantes desde Serbia y Grecia hacia Croacia, que en la última semana se ha visto desbordada tras recibir a 29.000 personas. La situación es tan caótica que el ministro croata del Interior, Ranko Ostokic, lanzó ayer una llamada de atención a su socio. «Grecia vacía sus campamentos y manda a los refugiados a Macedonia, Serbia y Croacia. Es inaceptable», aseguró antes de exigir a la Unión Europea que ponga en marcha «puntos de acceso» en Turquía, además de los previstos en Grecia, para que los refugiados puedan gestionar desde allí sus peticiones de asilo y así evitar que los Balcanes se congestionen. «Si se desea detener esta oleada debe detenerse en la fuente: entre Turquía y Grecia», añadió.

A pesar de las críticas a sus vecinos, Croacia tampoco detendrá a los migrantes que lleguen a su territorio para ser identificados. Entre el viernes y el domingo Hungría interceptó a 18.757 personas cruzando la frontera de forma ilegal, la mayor parte desde territorio croata. Esa es la razón por la que Budapest interrumpió ayer el tráfico de trenes en dos pasos fronterizos (Magyarbóly y Gyékényes). Para apuntalar el control en los accesos más críticos y ayudar a los cuerpos policiales, el Parlamento magiar aprobó el despliegue del ejército en las áreas declaradas en «estado de crisis por flujos masivos de migrantes». Con ello se da luz verde al uso de armas de fuego contra los refugiados en defensa propia.

No es la única medida adoptada por el Ejecutivo húngaro para taponar la entrada de refugiados. Ayer anunció su intención de completar una segunda valla de cuatro metros de altura en la frontera con Croacia, que se sumaría a la ya desplegada con Serbia y otra proyectada con Rumanía. Contra la opinión de Bruselas, el primer ministro, Viktor Orbán, volvió a respaldar ayer el método. «El Tratado de Schengen obliga a defender las fronteras y, si para ello hay que construir vallas, que todos las construyan», aseguró esgrimiendo el discurso del miedo.

«Nos están invadiendo. Nuestro modo de vida está en peligro», indicó. Los ciudadanos húngaros respaldan los argumentos xenófobos de su Gobierno. Según el Instituto de Opinión Pública (Ipsos), el partido ultraderechista de Orbán (Fidesz) volvería a ganar unos comicios con el apoyo del 41% de los votantes, frente al 38% del pasado kunio. Como segunda fuerza se erigiría el neonazi Jobbik (26%).

Los países del Este anticipan la fractura de la UE
«Espero que nuestra posición común, de rechazo a las cuotas, se reafirme». Las palabras pronunciadas ayer por el primer ministro checo, Bohuslav Sobotka, hicieron extender el temor a un nuevo fracaso anunciado. Al enésimo traspiés que puede cosechar hoy la UE si los ministros del Interior no consiguen convencer en Bruselas a los socios de Visegrado (Hungría, Eslovaquia, Polonia, República Checa) y Rumanía de la necesidad de respaldar el sistema permanente y obligatorio de reubicación de migrantes para repartir a 120.000 refugiados procedentes de los campos de acogida de Grecia, Italia y Hungría.

El esquema incluye cuotas por países. Unos cupos que están lejos de gustar al bloque del este. No quieren «automatismos», indicó ayer el ministro de Exteriores polaco, Grzegorz Schetyna, sino una «fórmula que muestre solidaridad y se corresponda al mismo tiempo con nuestras posibilidades». Sus Gobiernos albergan muchas dudas sobre la efectividad del plan de Bruselas. Argumentan que es imposible garantizar que los refugiados no se desplacen una vez que se les asigne un país de acogida y exigen reforzar las fronteras antes de hablar de compromisos. De fondo, sin embargo, reverberan cuestiones más sentimentales y políticas. El rechazo a los musulmanes por parte de un segmento amplio de la ciudadanía y el coste político que puede aparejar la apertura de puertas a sus líderes.

La división se palpa en todos los ambientes. Ayer los embajadores para la UE de los 28 trataron de allanar el terreno para un eventual reparto sin la participación de Hungría. La cita se alargó hasta la noche y se retomará esta misma mañana. Fuentes del Consejo confirman que los 54.000 refugiados que se deberían reubicar procedentes de los centros del país magiar podrían escogerse de los asilados ubicados en Grecia e Italia. Otra opción que sigue encima de la mesa es la creación de una reserva a la que recurrir en caso de excesiva presión migratoria. La participación sería obligatoria y solo se suspendería el compromiso en casos «excepcionales» previo abono del 0,002% del PIB nacional como compensación.

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