Galicia / el garabato del torreón

Nosotros también fuimos sirios

ABC, juan soto, 21-09-2015

La indiferencia ante el drama de los refugiados no merece la misma reprobación ya venga de unos o de otros

Según testimonio de parte, la Iglesia católica cuenta en Galicia con más de 3.700 parroquias, todas ellas con bienes inmuebles de su titularidad. Que nadie se inquiete, porque no vamos a hablar aquí de exenciones fiscales, uno de esos temas recurrentes que salen a plaza siempre que los populistas españoles empuñan la tea incendiaria de la que habló Baroja. De lo que se trata ahora es de recordar las palabras del Papa Francisco en la que exhorta a la acogida de una familia de refugiados en cada una de «las parroquias, comunidades religiosas, monasterios y santuarios de toda Europa». En muy poco tiempo, cuando el rigor del invierno se eche sobre Galicia, estaremos en disposición de comprobar si las jerarquías eclesiásticas adoptan la actitud cristiana para las que son requeridas o si, por el contrario, perseveran en disposición de oídos sordos ante unos hechos que están llevando a la muerte a miles de seres humanos.


La indiferencia ante el drama de los refugiados no merece la misma reprobación ya venga de unos o de otros. Así como quienes proclaman que hay que amar al prójimo como a sí mismo están concernidos por obligaciones que no afectan a quienes centran su mirada en el propio ombligo, también a los gallegos, forjados en odiseas migratorias, nos atañen obligaciones superiores a las de otros pueblos ajenos a esa experiencia. Nosotros también fuimos refugiados. Utilizamos intencionadamente ese término porque los ciclos de los grandes éxodos de Galicia suelen despacharse un tanto simplonamente, dando por cierto que el hambre fue el único impulso de nuestra emigración. Fue causa primordial, en efecto, pero no exclusiva. Los gallegos sabemos lo que es pedir refugio para escapar de fanatismos y linchamientos homicidas. El exilio de 1939 está plagado de nombres que no responden a gentes menesterosas ni a indigentes sin oficio ni beneficio. Al igual que tantos y tantos sirios que hoy llaman a las puertas de Europa, nosotros llamamos un día a las de América no con las alforjas vacías sino repletas de avales científicos y artísticos, más que suficientes para compensar con creces el acogimiento. En estos días, tocados por algún que otro brote xenófobo, las actas del congreso internacional O exilio galego (íntegramente accesibles en la red) constituyen lectura muy provechosa para todos.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)