Historias de la vida

Arreglos de ropa ‘made in Bangladesh’

Motiur Mahfuj montó un taller de costura en Bilbao en 2013 tras pasar por las empresas textiles de su país y Barcelona

Deia, Un reportaje de José Basurto, 21-09-2015

MOTIUR trabaja de nueve de la mañana a nueve de la noche – o más – haciendo arreglos de ropa en un pequeño taller que montó a finales de 2013 en una lonja de la calle Artekale de Bilbao. Únicamente descansa los domingos, y los aprovecha para realizar “las labores domésticas… y dar un paseo por las calles”. Así transcurre la vida de este hombre de 48 años que huyó de la pobreza de su país, Bangladesh, para buscar “un futuro mejor”. Allí dejó a su esposa y a su hija, que actualmente tiene 7 años. Ese es motivo por el que “se me hace muy duro vivir solo”. Así que está deseando que los trámites administrativos que puso en marcha para conseguir el reagrupamiento familiar den sus frutos dentro de poco, ya que la primera vez que lo solicitó se lo denegaron. “Ahora estoy más esperanzado porque puedo demostrar que tengo un trabajo”, dice. Un trabajo que le da para vivir “justo, justo, pero lo suficiente como para no estar debajo del puente”. Si, por fin, consigue que venga a Bilbao su familia, Motiur tiene claro que “aquí me moriré” porque “aquí hay trabajo y futuro para mi hija; en mi país no hay nada”.

Aunque llegó a estudiar en la universidad, Motiur siempre ha trabajado en el sector textil, para lo cual también se preparó. En la universidad estudió inglés y árabe, dos idiomas que sumó a su extenso currículum como políglota ya que habla y domina bengalí, hindi, urdú y castellano. Durante muchos años estuvo trabajando para “empresas famosas realizando labores como cortador y modista”. Hasta que decidió dar el salto al viejo continente porque “en mi país no había futuro”. “Me fui”, cuenta Motiur, “por el tema económico y porque me dijeron que en España había más posibilidades de regularizar la situación que en otros países de Europa”. Su primer destino fue Barcelona. “Allí tenía amigos”, dice. Así que en 2001 decidió hacer la maleta. Y gracias a esos contactos encontró trabajo “en el tema textil”. De esa forma llegó a montar su propio taller en la ciudad condal. “Era bastante grande; tenía más de 15 máquinas”, recuerda. “Pero llegó la crisis”, apunta. “Muchas empresas comenzaron a traer la ropa de China, Bangladesh e India, y eso fue lo que me hundió”. No le quedó más remedio que “regalar las máquinas” y recurrir a las ayudas sociales “porque no tenía más ingresos”. Hasta que alguien le habló de que “en Bilbao la cosa estaba mejor y tendría más posibilidades de encontrar trabajo”. Sin nada que perder, Motiur llegó a la capital vizcaina en 2011. “No conocía a nadie”, recuerda, “así que me fui a la calle San Francisco, donde había muchos extranjeros, y allí encontré un sitio para dormir”. Al día siguiente dice que encontró a “un paisano, de los pocos que hay en Euskadi” y gracias a él se fue situando en la ciudad. Encontró empleo en un taller de costura “de un chico africano en la calle Cortes, pero acabó cerrando el negocio”. Fue en ese momento cuando decidió abrir su propia empresa. Y lo hizo gracias al dinero que le envió su esposa desde Bangladesh. Y ahí sigue, en la calle Artekale, haciendo arreglos de ropa “a un precio súper económico”. “A pesar de que durante los meses del verano he tenido muy poco trabajo”, cuenta Motiur, “estoy contento porque la gente es muy sociable conmigo, las clientas me tratan muy bien y yo intento hacer lo mejor posible mi trabajo”. Esa es la razón por la que hay días en los que está de sol a sol metido en la tienda. “A mí me gusta lo que hago… y además no tengo otra cosa que hacer cuando salgo del taller”.

Soledad No tiene la familia en Bilbao y eso es lo que peor lleva. “Vivir así es muy, muy duro”, repite varias veces a lo largo de la conversación. A pesar de ello no pierde la sonrisa y la esperanza de que pronto puedan estar con él su mujer y su hija. Por ellas lucha, sobre todo por su hija, “para que tenga un futuro mejor aquí, en Euskadi, porque en mi país es muy difícil salir adelante”. Motiur pone como ejemplo la sanidad. “Aquí tengo asistencia médica gratuita gracias a la tarjeta sanitaria; me atienden si tengo cualquier cosa”, resalta, “pero en mi país, si vas al médico tienes que pagar, y si no tienes dinero, te mueres”. Bangladesh es uno de los países más poblados del mundo, algo de lo que también ha huido. “No me gustan las grandes ciudades como Barcelona, que está llena de turistas; a mí me gusta más Bilbao, que es más tranquila”. Y aquí piensa seguir. “Quiero vivir el resto de mi vida aquí, sin molestar a la gente y sin que la gente me moleste a mí”. Eso lo que más desea, pero le gustaría hacerlo en familia.

El protagonista

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