«No cambio la cooperación por nada»

La médico Paula Farias publica 'Dejarse llover', novela que inspiró la película 'Un día perfecto' de Fernando León de AranoaLa autora, que ha dedicado 17 años de su vida a ejercer de médica en Kosovo y Afganistán, cree que en las guerras hay lugar para la risa

La Verdad, COLPISA, 19-09-2015

La novela ‘Dejarse llover’, de la cooperante Paula Farias, fue publicada por Espasa en 2004 y “pasó sin hacer ruido” en el panorama literario, según la propia autora. No obstante, cayó en las manos del cineasta Fernando León de Aranoa, a quien sus páginas inspiraron el guión de la película ‘Un día perfecto’. El film3, estrenado el pasado 28 de agosto, lo protagonizan Benicio del Toro y Tim Robbins. Y como ya se sabe que las estrellas de Hollywood tienen mucho tirón comercial, la editorial Suma, filial del grupo Penguin, ha decidido darle una segunda oportunidad y lanzarlo de nuevo a las librerías.

Paula Farias es cooperante desde que era niña y estudió medicina con la intención de prestar ayuda humanitaria. Nada más terminar la carrera se fue al Amazonas. Después estuvo embarcada como médico del navío de la organización ecologista Greenpeace, ‘Rainbow Warrior’. Hasta que partió a la guerra de Kosovo con Médicos sin Fronteras.

Es en ese país donde está ambientada su novela. Aunque “el escenario – dice – es lo de menos, porque podría ser cualquier guerra”. Sin embargo, al regresar de allí siente la necesidad de “contar las impresiones de una persona que va a la guerra por primera vez, lo que descubre uno de sí mismo cuando se encuentra en esa situación”, recuerda.

Los protagonistas son tan solo un pretexto para contar su experiencia, de hecho dos de ellos ni siquiera tienen nombre. La narración tampoco cobra un peso importante, es de nuevo un subterfugio para “escribir con tus tripas cómo ciertas cosas tremendas pueden llegar a hacerse cotidianas y cómo puedes manejarlas con relativa soltura aunque parezca sorprendente”, explica la autora.

“Incluso en la guerra hay cabida para el sarcasmo, la ironía o la risa”, afirma Paula. “Para el que no ha estado – advierte – puede parecer indecente, y es normal, pero cuando estás allí, es un alivio, porque te quitas toda esa importancia que te habías atribuido y te das cuenta de que no vas a salvar el mundo, que tan solo vas a tratar de echar una mano y que, además, probablemente te saldrá regular”.

Hay mil momentos en los que Paula, como el protagonista de su novela, “lo mandaría todo a la mierda y diría: ‘aquí os quedáis’”, pero el arrebato le dura lo que tarda en coger un poco de aire porque jamás se ha planteado seriamente dejar la cooperación. “Sentirse parte del género humano, ser capaz de ayudar al otro, estar junto a los compañeros y pensar que somos David contra Goliat y que vamos a ir a por Goliat sin que nadie consiga pararnos, es energía en vena y no lo cambio por nada del mundo”, cuenta vehementemente.

El malo del cuento

A Paula Farias, hija de escritor, le fascinan los cuentos porque “simplifican el mundo, te dicen claramente quién es el malo y quién es el bueno, explican el porqué de las cosas, las llaman por su nombre y las aíslan del ruido”. “Si uno no es capaz de reducir un problema complejo a un cuento – dice – es que no lo ha entendido bien”.

Por eso, a Paula, que ha dedicado 17 años de su vida a prestar ayuda humanitaria en conflictos como el de Kosovo, Afganistán y Sudán, entre otros, y ha sido presidenta de Médicos sin Fronteras durante seis años, le abruma la tristeza al ser testigo de la actitud que mantiene Europa ante la crisis migratoria que más refugiados ha desplazado desde la II Guerra Mundial. “Europa no está a la altura de su nombre, se discuten cifras ridículas de acogida”, dice indignada. “Cuando algún día revisemos lo que está ocurriendo se nos caerá la cara de vergüenza. Se alude a la retórica y a discursos complejos, se disfraza la realidad con razones políticas y geoestratégicas, pero todo es mucho más sencillo, hay gente a la que están matando y no les dejamos entrar o les decimos que para entrar tienen que cruzar un lago lleno de cocodrilos, ¿quién es el villano de este cuento?”, se pregunta.

“La lluvia – escribe Farias – solo es agua que cae, que no sabe de guerras ni de iras, ni de justicias o injusticias, que solo moja y así va dejando su huella. Ojalá las cosas muchas veces fueran así de sencillas. Ojalá lloviera más a menudo”.

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