Europa asiste desbordada al éxodo masivo de inmigrantes y refugiados que intentan cruzar cada día sus fronteras pero, sobre todo, lo hace con una imagen de desunión ante la absoluta discordancia que existe entre los gobiernos europeos sobre cuál debe ser la respuesta a la crisis. Tras el visto bueno de ayer en el Parlamento Europeo a la propuesta de reubicación de 120.000 refugiados – con 372 votos a favor, 124 en contra y 54 abstenciones – la presión vuelve a la mesa de los 28 que afrontan una semana crucial que culminará con una nueva cumbre informal de líderes de la UE convocada por el presidente Donald Tusk.

El polaco confía en celebrar un debate en profundidad sobre la política de inmigración y asilo y la dirección que debe tomar la UE pero todo dependerá de si los ministros del Interior de la UE son capaces de cerrar un acuerdo sobre el reparto en su reunión extraordinaria del martes. Es, tras el fracaso del pasado lunes, la cita clave y en la Eurocámara lo saben. “Esta votación muestra que el Parlamento está preparado para trabajar a toda velocidad para articular una respuesta sólida a la crisis de refugiados. Esperamos que el Consejo adopte una actitud de diálogo constructivo”, advirtió el laborista británico Claude Moraes, presidente de la comisión de libertades, tras la aprobación de la resolución legislativa apoyada por los grandes grupos de la cámara y rechazada por conservadores británicos, euroescépticos – salvo el M5estrela italiano – y ultraderecha.

La clave está en si la presidencia luxemburguesa de la UE será capaz de convencer a los reacios países del este – Hungría, República checa, Eslovaquia o Polonia entre otros – a aceptar el sistema de cuotas obligatorio o al menos conseguir que no lo bloqueen. Aunque Hungría es el principal beneficiado del mecanismo – 54.000 refugiados se distribuirían de su territorio – rechaza participar. “Se que Hungría no se considera país de primera línea y respeto su posición pero les pido avanzar para aliviar la presión de Grecia e Italia. Estamos dispuestos a ayudar a Hungría con otros medios”, aseguraba ayer desde Budapest el comisario europeo de Interior, Dimitrios Avramopoulous. Hungría exige a cambio más control de fronteras y más ayuda a los países con campos de refugiados.