pobreza en la villa
“Cuando la situación de la gente mejora, lo cuentan”
Es necesario estar en situación de pobreza para recibir la ayuda del programa
Deia, , 17-09-2015Bilbao – Vivir una situación de pobreza o de exclusión social golpea duramente la dignidad de las personas que la sufren. En 2014, 333 familias bilbainas solicitaron ayuda en la asociación Gazteleku. “Si algo se aprende es a valorar de otra manera las pequeñas cosas de la vida. La gente pierde la dignidad y es importante recuperarla para seguir adelante”, dice Arantxa Gutiérrez, responsable del Programa Infancia y Familia. En su opinión, la realidad que atraviesan muchas familias bilbainas es más “dura y cruda” de lo que muchos piensan. “Se piensa que la pobreza solo afecta a las familias de inmigrantes, y no es así”, recuerda la responsable del programa.
La pobreza tiene ahora otras caras y en la gran mayoría viene reflejada en los rostros de menores a los que, sin merecerlo, les afecta la situación que sus padres sufren. “Hay historias muy complicadas, personas que de repente se quedan sin trabajo y no tienen posibilidad de seguir atendiendo a sus hijos”, destaca Miguel Ángel López, coordinador de Gazteleku.
En 2014, de las 333 familias en riesgo o situación de exclusión atendidas por Gazteleku, el 82% no tenía trabajo. Esto pone de relieve que el desempleo, la precariedad y la inestabilidad laboral son la base de los problemas económicos que, a su vez, están asociados con otro tipos de problemas. “Cuando la gente recupera el trabajo, cambia su situación laboral, vienen y nos lo cuentan”, explica López. “El otro día una mujer nos trajo el cheque que le habían dado para que pudiesen aprovecharlo otras personas con más necesidad que ella. Su marido había encontrado trabajo”, dice Gutiérrez.
Si algo se aprende tras vivir una situación de pobreza es a valorar y a cuidar a quien te tiende la mano cuando peor lo estás pasando. “Aquí nadie viene por gusto. Ellos preferirían no tener que pedir ayudas y tener una situación cómoda, sin problemas económicos. Para un padre no tener cómo alimentar a un hijo no es una situación que resulta agradable”, recuerda Arantxa Gutiérrez.
Hace ocho años se puso en marcha este proyecto cuyo fin es romper la línea de transmisión de la pobreza de padres a hijos. Una labor compleja que requiere no solo del apoyo institucional sino de la voluntad de los padres por participar de manera activa en los programas de ayuda. “No vale solo con que les corresponda la ayuda, detrás hay un compromiso firme para querer colaborar para mejorar la situación de los menores”. Hay que destacar el esfuerzo y el compromiso del Ayuntamiento de Bilbao para desarrollar programas vinculados a la protección de las personas menores. A este capítulo se le destinó en 2014 más de cinco millones de euros con un total de 789 casos atendidos, de ellos 510 de protección y 279 de prevención, además de actividades grupales de prevención de distinta naturaleza.
A estos datos, cabría añadir los más de 800 casos de intervención o prevención en situaciones de absentismo escolar de mayor o menor intensidad. La promoción de programas del tercer sector dirigidos a menores acaparan 900.000 euros anuales, sin contar el elevado porcentaje de su dedicación que para las trabajadoras municipales de Servicios Sociales de Base supone el trabajo dirigido a la protección infantil. Por otra parte, las ayudas económicas directas a familias y personas desde el área de Acción Social destinadas a personas con menos recursos económicos superan los cinco millones y medio de euros.
(Puede haber caducado)