SITUACIÓN DE EMERGENCIA SOCIAL

La acogida frente a la desconfianza

Cáritas, brazo social de la diócesis de Vitoria, ya se ha puesto a trabajar en el plan de asilo de víctimas de la guerra. “Urge una acogida acorde a su dignidad”, dice el obispo, a la vez que insta a no dejarse llevar por miedos. ¿Sirios, yihadistas...? “Personas”.

Diario de noticias de Alava, UN REPORTAJE DE JAIONE SANZ. FOTOGRAFÍA ALEX LARRETXI/ EFE, 17-09-2015

Cuando la catástrofe mostró la patita por debajo de la puerta de Europa, al fin empezó a existir. Ahora, el drama humano que arrastra su aliento desde Siria, Irak y Afganistán irrumpe un día tras otro en los medios de comunicación. Siempre hay algo nuevo que contar. Siempre malas noticias. Ayer, Alemania ponía fin al gesto de puertas abiertas para reintroducir los controles fronterizos con Austria. La primera potencia económica europea, el país al que muchos exiliados aspiran a llegar, cambiaba de posición al sentirse saturada. Como piezas de dominó, Austria seguía sus pasos, con una vigilancia más estricta y el despliegue de 2.200 efectivos del Ejército en la muga con Hungría. Y Hungría terminaba de levantar su segunda valla, a un sólo día de poder empezar a detener refugiados por ley, mientras la UE volvía a fracasar en su intento de pactar el controvertido proyecto para distribuir a 120.000 personas entre los países miembros. Una vez más, los veintiocho mostraban discrepancias con las cuotas, incapaces de “ordenar” con la frialdad de las matemáticas a quienes llegan de tan lejos, en masa, hambrientos, asustados, desorientados, sin más equipaje que la esperanza.

Pero la solidaridad, ese término que las altas instancias siguen utilizando hasta el abuso más sonrojante, parece que todavía no se ha desvirtuado allí donde se guisan las pequeñas políticas. Sin esperar a que el reparto haya quedado aprobado, Vitoria con su provincia ha sido uno de esos pequeños puntos de esta parte del mundo que no ha tenido dudas en abrir los brazos. El Ayuntamiento forma ya parte de la red de ciudades-refugio gracias al acuerdo de todas sus fuerzas y, calculando que podrían ser diez las familias a las que podría acoger, ha empezado a elaborar un plan de asistencia en coordinación con organizaciones con experiencia en integración y convivencia. Entre ellas, Cáritas. El brazo social de la diócesis de Vitoria ha decidido formar parte activa del engranaje de respuesta al grito de auxilio de los exiliados, como lo hizo en los noventa durante la Guerra de los Balcanes, con su participación en las labores de acogida de bosnios y de albanokosovares. Es una cuestión de “sentido humanitario y de coherencia evangélica”, apostilló ayer el obispo, Miguel José Asurmendi.

Y los recelos dan igual, esa reacción que a priori nace en algunos ciudadanos por lo desconocido, por la miseria. Como si se tratara de una respuesta a las declaraciones hace unos días del exalcalde de Gasteiz, Javier Maroto, que conminó a anteponer medidas de seguridad a cualquier gesto fraterno porque entre los refugiados “hay sirios que vienen a poner bombas”, Asurmendi defendió la grandeza de la hermandad universal. Y lo hizo recordando una reflexión reciente del Papa Francisco. “Qué hermosas son las ciudades que superan la desconfianza enfermiza e integran a los diferentes y que hacen de esa integración un nuevo factor de desarrollo (…) Están llenas de espacios que conectan, relacionan y favorecen el reconocimiento del otro”. Una forma de entender la vida en comunidad que precisamente el nuevo Ayuntamiento de Vitoria ha querido hacer suya, tratando de dejar atrás aquella época en la que hubo quienes utilizaron la confrontación con las personas inmigrantes como un arma electoralista.

La teoría, en cualquier caso, debe ir refrendada con hechos. Y eso es lo que el obispo espera de los fieles. Una actitud proactiva, de la que también habló el Papa Francisco. “Ante la tragedia de decenas de miles de refugiados que huyen de la muerte por la guerra y el hambre y están en camino hacia una esperanza de vida, el Evangelio nos llama a ser prójimos de los más pequeños y abandonados. A darles una esperanza concreta. No vale decir sólo: ¡Ánimo, paciencia! La esperanza cristiana es combativa con la tenacidad de quien va hacia una meta segura”, dijo hace poco. Y bueno, parece que en Vitoria, con o sin fe católica, ya hay quienes han dado muestras de su altruismo. Asurmendi informó de que Cáritas está canalizando “ofrecimientos que están surgiendo en la comunidad diocesana”. Propuestas para abrir la puerta de casa a las personas refugiadas que se suman a las que otros ciudadanos han hecho a través del propio Ayuntamiento.

A partir de ahí, no obstante, el obispo es de los que piensa que las cosas hay que hacerlas muy bien, con los cimientos perfectamente colocados. En un discurso, en eso sí, más parecido al del PP gasteiztarra, advirtió de que la complejidad de la situación exige “respuestas y soluciones que no se pueden improvisar y que se han de realizar con responsabilidad y visión de futuro”. En juego están la dignidad e integridad de quienes han huido del estruendo de las bombas, familias rotas llevadas al límite. “Por encima de todo, hemos de proporcionarles una acogida acorde a su dignidad personal y sus necesidades concretas”, insistió Asurmendi. De manera “urgente”, porque “es una emergencia”, pero “adecuadamente”.

Y en ésas está el Ayuntamiento de Vitoria y la Diputación alavesa, que ya activó su fondo de emergencia social para proporcionar cobertura a todos los municipios del territorio que quieran acoger a personas refugiadas. Es, en realidad, el único grano que pueden aportar en una montaña cuya cima jamás podrán escalar. Arriba es donde están los responsables de la masacre y de la desatención, los que expulsan y los que no reciben, los que inventan un estado y los que creen que el proyecto europeo corre el peligro de irse pique, los que matan y los que dejan morir. “Pero urge reflexionar y tomar activa conciencia de las causas que están generando esta situación”, apostilló Asurmendi, “y hace falta además de ayuda un compromiso por generar relaciones y estructuras acordes con los derechos humanos de todas las personas”.

las claves

La declaración institucional aprobada por el Consistorio de Vitoria pone los cimientos para el plan de asilo
VITORIA – Detrás de cada número hay un nombre, una historia, una proeza. Un pueblo que huye. Sólo este año han escapado de las guerras de Siria, Irak, Afganistán y otros países de Oriente Medio alrededor de 350.000 personas. Más de 2.500 murieron en la travesía a un mundo mejor. Ya no se puede tapar. Estamos ante la mayor crisis humanitaria del último medio siglo en Europa. Un problema que pone en riesgo vidas inocentes pero del que a veces parece que lo único que importa es el peligro que entraña para la UE y su espacio, para su proyecto unitario. Y mientras los estados miembros tratan de ponerse de acuerdo sobre cómo actuar, porque hacen falta tanto medidas de emergencia como estructurales, al menos algunas administraciones locales han decidido poner de su parte para participar de manera activa y solidaria en la acogida a las personas que precisan de refugio o de asilo. Un deber ético que el Ayuntamiento de Vitoria ha asumido a través de una declaración institucional desgranada en nueve puntos.
En el primero, el Consistorio manifiesta la prioridad de atender a las personas y familias refugiadas que huyen de conflictos políticos y militares, lo que se traduce en la integración de Vitoria en la red de ciudad-refugio, asumiendo los compromisos que se derivan de ella. A su vez, desde la institución local se potenciará el grupo de trabajo creado para tal fin, formado por el Ayuntamiento, las entidades de la sociedad civil y las organizaciones no gubernamentales que trabajan en este ámbito y decidan participar. Ese grupo será el encargado de la elaboración del plan local de acogida, así como de otro de información y sensibilización dirigido a los gasteiztarras. Todo ello, en coordinación con el Gobierno Vasco, las diputaciones y el resto de consistorios de Euskadi.
El Ayuntamiento habilitará una partida económica para las actuaciones municipales que se deriven de ambos planes. Otro compromiso ya asumido ha sido el de hacer un llamamiento a la ciudadanía de Vitoria para que apoyen a las víctimas de la guerra, pero también para que sean sensibles con las familias migrantes que residen en la ciudad. La llegada masiva de personas refugiadas ha alimentado posicionamientos xenófobos, del mismo modo que en Gasteiz la campaña que relacionaba el fraude social con las personas que dejaron sus países en busca de una oportunidad llegó a enrarecer su clima integrador.
Con la vista puesta donde se toman las decisiones y donde se cogen las armas, el Ayuntamiento de Vitoria se compromete a activar el fondo alavés de emergencias sociales para ayudar a las organizaciones sociales que trabajan sobre el terreno en los países en conflicto, insta a la UE y especialmente al Gobierno de España a superar el protocolo de Dublín y articular un nuevo sistema que aborde las solicitudes de entrada a la Unión, exhorta a perseguir las mafias criminales que trafican con seres humanos. – J.S.
Sin acuerdo. Los ministros de Interior de la UE no lograron ayer un acuerdo sobre el reparto de 120.000 refugiados llegados a Hungría, Grecia e Italia. La oposición de varios países respecto a los criterios de asignación frustró finalmente el acuerdo político y la discusión continuará en la próxima reunión de los ministros el 8 de octubre. En la cita sí se dio el visto bueno definitivo al primer plan para reubicar a 40.000 demandantes de asilo llegados a Italia y Grecia en el resto de países de la UE. España acogerá de este programa a 1.300 personas con derecho a protección internacional.

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