A la caza de los refugiados
Hungría aumenta los controles y detiene a cientos de personas en una estación de tren para enviarlas a campos, en vísperas de que entren en vigor sus nuevas leyes de inmigración
El Mundo, , 13-09-2015El jueves por la noche la policía húngara realizó la primera redada contra refugiados en la estación de tren de la ciudad de Szeged, a escasos kilómetros de la frontera con Serbia. A medida que se acerca la fecha en la que entrarán en vigor las nuevas leyes sobre inmigración húngaras –el próximo martes–, el control sobre los refugiados se incrementa.
Durante todo el día llegaron refugiados a la estación y compraron sus billetes con normalidad. Según Santiago Agustín Carrara, un voluntario argentino de 30 años que actualmente vive en Stuttgart y que llegó a Hungría para ayudar, «se fueron en diferentes trenes entre 200 y 300 personas. La gente venía con euros, pero aquí no les vendían billetes con esa moneda. Y nosotros les ayudábamos a que cambiasen para poder comprar sus billetes».
Alrededor de las 20.00 horas llegaron vehículos policiales a la estación. Decenas de uniformados se desplegaron por el interior del edificio y retuvieron a todos los refugiados. Julianna Nagy, voluntaria estadounidense en la ONG local MigSzol Szeged, cuenta que entraron gritando: «Vamos, vamos». Ella, junto a otros compañeros, estaban entregando ropa seca a los refugiados que llegaban empapados por la lluvia, pero los policías no les dejaron cogerla.
«Mientras los retenían, los agentes jugaban con un spray de pimienta enfrente suyo» asegura Nagy. «¿Por qué necesitan sprays con familias refugiadas agotadas de caminar?», se pregunta esta voluntaria.
Después les colocaron a todos en filas y les sacaron poco a poco de la estación. Salían padres y madres abrazados a sus hijos, chicos y chicas jóvenes y personas mayores. Bajaban las escaleras y los policías les introducían en furgonetas policiales, autobuses de traslado de presos y otros de transporte de pasajeros. Un niño pequeño se asomaba detrás de los barrotes del autobús carcelario mientras la madre miraba asustada por la ventana y los agentes custodiaban las puertas. Algunos, incluso, ya habían comprado su billete y estaban a punto de subirse a un tren cuando les detuvieron. Es el caso de Elmat, un chico de 17 años procedente de Afganistán que viaja solo. Afirma que pagó 10 euros por un pasaje que no utilizó.
Al cabo de unos minutos arrancaron los vehículos y se los llevaron a un campo de refugiados. En la plaza enfrente de la estación sólo quedaron policías patrullando. Ayer, la frontera amaneció tomada por soldados armados. El primer ministro húngaro, Viktor Orban, anunció que detendrá a todas las personas que entren ilegalmente en el país a partir del martes y se contemplan incluso penas de cárcel de hasta cinco años.
A las 11 de la mañana, justo en las vías del tren, que es el único paso que permanece abierto en la frontera entre Serbia y Hungría, realizaron varios agujeros en el suelo. Después instalaron grandes postes de metal para colocar la alambrada. Será cuestión de horas que terminen de instalarla, mientras los refugiados continúan llegando.
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