“¿Por qué no nos dejáis pasar?”
Cientos de refugiados quedan atrapados entre Serbia y Hungría tras el cierre de la frontera ordenado por Budapest
Diario de noticias de Gipuzkoa, , 16-09-2015BUDAPEST/RÖZSKE – La Policía húngara detuvo ayer a 45 personas por entrar de forma ilegal en el país tras sellar su frontera meridional, mientras que centenares de refugiados han quedado en un limbo legal entre Serbia y Hungría. “¿Por qué no nos dejáis pasar? ¿Ayer sí y hoy no?”, gritaban decepcionados a los policías desde el otro lado de la alambrada
La crisis migratoria ha elevado la tensión entre Budapest y Belgrado, ya que el ministro de Exteriores serbio, Ivica Dacic, consideró “inaceptable” la intención de Hungría de devolver a Serbia a los refugiados que no reciban asilo en territorio húngaro. Entretanto, centenares de refugiados se encuentran atrapados por tiempo indefinido en una franja de territorio entre los puestos de control de fronteras de ambos países en Horgos, cerca de Röszke.
Los refugiados piden a gritos que se abra la frontera y con un grupo de ellos se niega a aceptar agua y comida en señal de protesta.
Los refugiados deben pedir asilo en unas oficinas habilitadas en unos contenedores situados en esa tierra de nadie que el Gobierno de Budapest denomina “zona de tránsito” y que no está oficialmente en territorio húngaro. Hungría introduce, desde ayer, un procedimiento acelerado para dirimir los casos de asilo en pocos días y que permite el acceso al país sólo a aquellos que lo reciban, y la devolución a Serbia de quienes no logren ese estatus jurídico. Belgrado ha advertido de que no permitirá que Hungría devuelva a los refugiados a su territorio, y si los refugiados no pueden entrar tampoco en Hungría quedarían varados en un limbo legal, advirtió la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur) “Los refugiados que están entre las fronteras húngara y serbia se encuentran en una trampa” de difícil salida, aseguró Ernö Simon, portavoz de Acnur en Budapest.
El ex primer ministro húngaro, el socialdemócrata Ferenc Gyurcsány, ahora en la oposición, resumió la situación tras visitar el paso fronterizo de Horgos: “No podrían salir de las zonas de tránsito, no tendrían permiso para entrar en Hungría y los serbios no les permitirían volver. Estarían atrapados entre dos fuerzas”. Por otra parte, la Policía húngara hizo ayer las primeras detenciones de refugiados en aplicación de la dura ley migratoria que entró en vigor la pasada medianoche y que fija hasta tres años de cárcel por entrar en el país sin la documentación en regla.
Gyorgy Bakondi, el asesor de Seguridad Nacional del primer ministro húngaro, Viktor Orbán, declaró ayer a la prensa que la Policía detuvo a 45 personas que trataron de cruzar la frontera. Los detenidos afrontan tres años de cárcel por entrar de forma ilegal, y algunos de ellos cinco años por el agravante de dañar la valla de 175 kilómetros que ha levantado Hungría en su frontera meridional con Serbia.
Ante la posibilidad de que los refugiados traten de entrar en Hungría a través de Rumanía, sorteando así la valla, el Ejecutivo húngaro anunció que extenderá la alambrada en la frontera rumana hasta una distancia “razonable”.
AMENAZAS DE ALEMANIA Por su parte, la canciller alemana, Angela Merkel, se propone forzar una “solución europea”, a escala de los líderes de la UE, a la crisis de los refugiados, visto que hasta ahora no se ha alcanzado un consenso en la fórmula que reclama Berlín para distribuirles por cuotas. Merkel, quien viene insistiendo en la necesidad de implantar cuotas vinculantes, rechazó hablar de sanciones a quienes no acepten esa fórmula, ya que las “amenazas no son el camino adecuado para la unidad”. Paradójicamente, fue su ministro de Interior, Thomas de Maiziere, quien lanzó la opción de las medidas de presión contra los reacios al reparto, de regreso de Bruselas.
Mientras Bruselas discute, al menos 26 refugiados, entre ellos cuatro niños y 11 mujeres, morían ayer en el mar Egeo al hundirse dos embarcaciones en las que intentaban alcanzar una isla griega. Un bote de madera y de 20 metros de longitud, que había partido del suroeste de Turquía en dirección a la isla helena de Kos, naufragó cuando estaba ya en aguas internacionales. La guardia costera acudió al lugar del siniestro y pudieron rescatar a 211 personas, así como los cuerpos sin vida de cuatro menores y veinte adultos.
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