Cada cierto tiempo saltan chispas entre policías nacionales y guardias civiles y anoche volvió a ocurrir. Fue en Arguineguín, donde unos y otros se disputaron el mérito de atender a las decenas de inmigrantes que llegaban
en una patera. No hubo incidentes pero sí tensión.

El muelle de Arguineguín fue la noche del sábado literalmente tomado por la Guardia Civil, que esperaba al filo de la medianoche la llegada de los inmigrantes ocupantes de una patera detectada mar adentro. Según fuentes oficiales,
en la barquilla podrían ir entre 20 y 40 personas y se activó el operativo habitual en estos casos, con personal médico y de Cruz Roja para atender a los viajeros.
Lo que sorprendió a quienes se acercaron al lugar fue el hecho de que el amplio dispositivo de seguridad de la Guardia Civil tenía un objetivo preferente: impedir el acceso de agentes del Cuerpo Nacional de Policía.
En realidad, llueve sobre mojado en este asunto. Según pudo constatar este periódico, el despliegue de la Guardia Civil era la reacción a un incidente anterior, cuando fueron los agentes de la Policía Nacional quienes
se hicieron cargo de los ocupantes de una patera que también fue conducida al muelle de Arguineguín. En ese caso hubo intercambio de reproches en el tenso diálogo que mantuvieron en el lugar mandos de ambos cuerpos.
Cabe recordar que Guardia Civil y Policía Nacional tienen adscritas zonas concretas de Gran Canaria y que el control en Arguineguín corresponde teóricamente al cuerpo militar.
Lo ocurrido en Gran Canaria no es un caso aislado. En otros lugares de la geografía nacional se han producido casos similares, lo que ha obligado en ocasiones a los altos cargos de la Seguridad del Estado a tomar cartas
en el asunto.
Sorprende, en todo caso, estos rifirrafes, no exentos de celos, cuando lo que está en juego es atender a personas que se juegan la vida en las travesías en embarcaciones que no reúnen condiciones.