Internacional
El callejón sin salida de los refugiados sirios que sobreviven en Madrid
ABC, , 13-09-2015El destino predilecto para los refugiados es Alemania, saben que en España no hay trabajo y que el entramado de acogida es incapaz de cubrir las necesidades básicas de todos
Mohammed camina rápido, pero sin rumbo. Atormentado por las migrañas y los recuerdos de la guerra, no puede o no sabe parar. Toda la luz matinal en Madrid irrumpe en la Plaza de España, pero la mirada de este hombre de 65 años, con aspecto frágil, parece perdida en un lugar oscuro. El verano pasado huyó de Damasco junto a su mujer. Llevaba más de tres años esquivando los bombardeos, sobreviviendo a robos y extorsiones, hasta que un día entraron unos hombres en su tienda de cerámica de la capital siria, le vendaron los ojos y le secuestraron. Tras varios días en una celda, su familia logró reunir 40.000 dólares para pagar el rescate. Ya no le quedó más remedio que «aceptar la muerte o el exilio». Escogió la segunda opción, aunque ahora duda si tomó la decisión correcta.
En septiembre de 2014 llegaron a Madrid, adonde van a parar parte de los miles de refugiados sirios que se reparten por Europa. Vienen con lo puesto, aturdidos por la guerra y desorientados, tras cruzar el Mediterráneo de la mano de contrabandistas sin escrúpulos. Ahora les toca empezar de cero, construir una segunda vida lejos de Siria. Sin embargo, España no es el destino predilecto, saben que aquí no hay trabajo y que el entramado de acogida es incapaz de cubrir las necesidades básicas de todos. Alemania y el resto de países nórdicos son los más solicitados.
El verdadero reto para los refugiados consiste en esquivar el reglamento de Dublín II, que atañe a todos los países europeos, y dice que los aspirantes a refugiados políticos solo pueden solicitar el asilo una vez que estén en el país de acogida. Cómo lleguen hasta allí o si viven o mueren por el camino no es asunto del que se ocupen las leyes internacionales. El resultado, en casos de conflictos como el de Siria, es que decenas de miles de personas se encuentran en este mismo momento jugándose la vida en alguna patera en el Mediterráneo. O ateridos, de noche, en un bosque huyendo de los perros policía en Grecia, Bulgaria o Turquía, en una travesía cuyos hilos manejan los traficantes de personas.
Otro caso es el de Lara Ahrekel, una cristiana siria de 29 años. Estudió ingeniería civil en Damasco y trabajó en la Organización Internacional para las Migraciones. «Parece una macabra broma del destino. Nunca imaginé que algún día sería yo la refugiada», dice con voz suave en un inglés perfecto. Vivía con su familia en un barrio cristiano de Damasco. En 2010 su hermano pequeño tuvo que alistarse en el servicio militar obligatorio, que normalmente dura solo un año, pero con el comienzo de la guerra en 2011 no pudo escapar. «Si desierta, se arriesga al asesinato por traición».
A Lara le tocó trabajar hasta un día antes de su huida. El régimen se empeña en coreografiar una falsa normalidad en Damasco, a pesar de los cuatro años de guerra y más de 230.000 muertos y, sobre todo, a pesar de que los figurantes que acuden a sus trabajos lo hacen paralizados por el miedo, sin saber si sobrevivirán o si, a la vuelta, su casa seguirá en pie. El detonante de su exilio fue cuando «los rebeldes empezaron a violar a todas las mujeres cristianas de la zona». Su padre juntó todo el dinero que le quedaba y la obligó a marcharse con su hermana y su madre. Llevan un año ya en Madrid. Los seis primeros meses fueron acogidas en un centro de refugiados, como marca la norma española, y después en una casa subvencionada por la ONG Accem. Las ayudas se agotan en octubre. Así que en poco más de dos semanas, serán indigentes, asegura.
Según la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), el sistema de acogida español está desbordado. El aumento de solicitudes de asilo 6.202 en lo que va de año, en comparación a todas las 2.588 de todo el 2012 no ha sido proporcional a un incremento de fondos. Por lo tanto hay menos recursos para cada refugiado. ACNUR considera «que, tanto la duración de los programas como la actual infraestructura de los servicios, incluidos los CETIS de Ceuta y Melilla, no están dando una respuesta adecuada y están exponiendo a muchas personas a situaciones de riesgo y de marginación».
Desde la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) explican que, si antes los solicitantes de asilo pasaban entre 9 y 12 meses en los centros de acogida, ahora es muy excepcional que sobrepasen los seis. «En tan poco tiempo es practicamente imposible aprender un idioma y encontrar trabajo, sobre todo para gente traumatizada por la guerra», considera Raquel Santos Guillén, portavoz de CEAR.
Ahora que España va a acoger a 17.680 refugiados más procedentes de Siria y otros países en conflicto, tras aceptar la propuesta de la Comisión Europea, muchos refugiados que ya están asentados en el territorio se preguntan cómo lo van a hacer. «¿Se reducirán aún más las ayudas?», se cuestiona Amín, un sirio kurdo que llegó a Madrid hace pocos meses. Él y sus tres hijos menores salieron huyendo de Kobane por miedo a ser aplastados por una bomba. Su periplo pasó por Líbano, Argelia, Marruecos y Melilla.
No obstante, cualquier disyuntiva que planea en su horizonte es solo un parche en el camino. Aunque el término esté ahora en boca de todo el mundo, ninguno de ellos quiere ser refugiado. «Solo queremos que acabe la guerra y poder volver a nuestra tierra. Solo queremos vivir en paz».
(Puede haber caducado)