Atrapados en Malaui: la odisea de cientos de etíopes en ruta hacia Sudáfrica

Canarias 7, EFE, 11-09-2015

Mientras la llegada de refugiados a Europa acapara toda la atención mediática, cientos de etíopes viven desde hace meses una odisea en las cárceles de Malaui. En su viaje desesperado hacia Sudáfrica, huyendo de un régimen semidictatorial y una pobreza acuciante, son encarcelados y olvidados a su suerte.



“En los últimos meses entre 400 y 500 inmigrantes etíopes indocumentados han sido encarcelados en las prisiones de Maula y Chichiri y algunos están presos desde diciembre de 2014”, explica a Efe la subdirectora de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Malaui, Nicolette Jackson.



Las condiciones de vida en las cárceles de Malaui son deplorables, con una población reclusa que cuadruplica la capacidad de los centros. En Maula, la mayor prisión del país, hay una media de 147 reclusos por celda – el triple de lo estipulado – , un grifo para cada 900 personas y una letrina para cada 120.



Los reclusos comen una vez al día, normalmente un plato de nsima (harina de maíz), que a veces se acompaña con judías o de verduras, lo que ha provocado numerosos casos de desnutrición entre los reclusos etíopes, que están acostumbrados a una dieta más rica en proteínas.



La superpoblación de las celdas también crea un problema sanitario de difícil solución. En celdas donde los reclusos casi no pueden moverse y duermen sentados apoyados en la pared o en el suelo, el control de infecciones es una utopía y ya se han registrado los primeros casos de tuberculosis, asegura MSF.



No han cometido ningún delito, ya que fueron detenidos cuando intentaban cruzar el país de manera irregular y eso se considera una falta administrativa que en teoría implica una repatriación en los tres meses siguientes a la detención, pero son encarcelados por la falta de medios del Gobierno malauí.



El Departamento de Inmigración espera que sean “los propios inmigrantes los que costeen su repatriación, algo imposible porque no tienen dinero, y el Gobierno malauí tampoco dispone de fondos”, advierte Jackson, por lo que quedan en un limbo legal del que nadie se responsabiliza.



Según MSF, las autoridades penitenciarias reconocen que la situación de los inmigrantes ilegales no es correcta y esperan que los gobiernos de Malaui y Etiopía encuentren una solución lo más rápido posible, pues la creciente llegada de indocumentados amenaza con colapsar las prisiones.



Ni la dirección del Servicio Penitenciario de Malaui ni el responsable de las cárceles de la región Central, del que depende el centro de Maula, han respondido a las preguntas de Efe sobre esta cuestión.



Por su parte, el Gobierno etíope ya ha mostrado su predisposición a viajar a Malaui para identificar a los inmigrantes sin papeles y proporcionar documentación provisional para que puedan viajar de vuelta a Etiopía, pero será un proceso largo y tampoco disponen de los fondos necesarios para financiar la repatriación.



La única posibilidad es que la Organización Internacional para los Migrantes (OIM), que tiene un programa de ayudas para que los inmigrantes puedan volver a sus países de origen, proporcione asistencia financiera a los afectados, pero el hecho de que estén en la cárcel complica el proceso.



Mientras los gobiernos discuten los pormenores del plan de actuación, los inmigrantes languidecen en las cárceles y la desesperación se ha apoderado de su estado de ánimo hasta tal punto que, durante sus entrevistas con MSF, un 45 % de los internos mencionó que ha pensado en quitarse la vida.



Ahora mismo la única esperanza que les queda es la buena voluntad de otros etíopes que están en Malaui de forma legal y que, al saber del caso por la prensa local, intentan ayudarles llevando algo de comida a la cárcel, pero, sobre todo, recogiendo mensajes que luego envían a sus familiares en Etiopía.



Muchos huyeron de sus casas en busca de un futuro mejor, pero al encontrarse atrapados en Malaui no solo se truncó su sueño, sino que perdieron el contacto con sus familias, que ahora al menos pueden saber que, a pesar de todo, sus seres queridos siguen con vida.

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