La primera propuesta de Bruselas solicitando un sistema de cupos de acogida de refugiados para paliar el drama de la inmigración fue recibida con división de opiniones. Ahora, ante la magnitud de la tragedia, se plantea otro plan (aún sin acuerdos), proponiendo triplicar las cuotas, pero que también ha sido acogido con desconfianza. Existen países disconformes con el aumento , y más aún con el reparto. Temen, no sin razón, que los que hoy llaman a sus puertas, solo sean la avanzadilla de lo que está por llegar. Por otro lado, parece injusto que una Europa castigada por la crisis asuma en solitario la responsabilidad del drama. Va siendo hora de que Naciones Unidas intervenga de facto, realizando un llamamiento a los restantes países del orbe para que se involucren. ¿Acaso un drama de esta envergadura atañe solo a Europa? Naciones de economía poderosa y gran extensión, como Rusia, China, Japón, e incluso EEUU, Canadá y Australia, deberían mostrar su solidaridad con el infortunio descargando al viejo continente de la presión migratoria. La resolución de los problemas globales requiere respuestas globales. O nos comprometemos todos o rompemos la baraja.