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A juicio de Jean Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, es “urgente” e “imperativo” que los gobiernos de la UE reformen radicalmente la política europea de asilo e inmigración, que respondan con “solidaridad” y “coraje” a la crisis de refugiados y que aprueben sin más dilación el próximo lunes, en el consejo extraordinario de ministros del Interior, la propuesta de reubicación obligatoria de 120.000 personas presentada ayer para aliviar la presión que padecen Hungría, Grecia e Italia y que se suma a los 40.000 ya planteados antes del verano. “Europa no puede albergar toda la miseria del mundo pero seamos honestos y pongamos las cosas en perspectiva. Este número de refugiados sin precedentes solo representan el 0,11% de la población de la UE cuando en Líbano son el 25% con un quinto de la riqueza europea”, recordó durante su primer debate sobre el Estado de la Unión en el Parlamento Europeo. El democristiano luxemburgués, que acudió a la cita pese al fallecimiento de su madre el martes, dijo ser consciente de las reticencias que genera el plan en algunos países pero considera que los números que plantea son modestos dada la gravedad de la situación.

Juncker apeló a los valores de Europa y a su pasado para poner en situación a los gobiernos que tendrán que tomar una decisión. “Todo el mundo hemos sido refugiados alguna vez”, recordó citando a los judíos que huyeron de los nazis, a los republicanos españoles que pasaron a Francia tras la Guerra Civil, a los checos, eslovacos y húngaros que escaparon del comunismo. “Europa es ahora una isla de esperanza para hombres y mujeres de Oriente Próximo y África. Esto es algo de lo que sentirse orgulloso, no algo que hay que temer”, añadió recordando que no hay alternativa, que la urgencia es absoluta y que los gobiernos deberían dejar de distinguir a los refugiados por su religión. “Europa ha cometido el error en el pasado de distinguir cristianos, judíos, musulmanes. No hay religión, no hay creencia ni filosofía cuando se trata de refugiados”, recordó a aquellos que insisten en acoger solo a cristianos.

La medida más inmediata del plan es el mecanismo de redistribución de 160.000 personas que concentrará el 60% del esfuerzo entre Alemania, Francia y España.

españa cede, otros se oponen Aunque el gobierno español ha dado un giro y asegura que admitirá sin reservas los 19.219 del cupo que le han asignado – tendrá que reubicar a 14.931 más las 4.288 solicitadas en mayo – hay otros países como República checa o Letonia que mantienen su oposición al sistema de cupos obligatorios. Según la propuesta, la única forma de esquivarlo será por motivos excepcionales, siempre y cuando la Comisión acepte los argumentos y el país haga una aportación al presupuesto de la UE del 0,002% de su PIB. A cambio de la acogida, los gobiernos recibirán 6.000 euros por cada refugiado lo que elevará el presupuesto hasta los 780 millones. Se aplicará a sirios, iraquíes y eritreos, las tres nacionalidades que tienen hoy día una tasa de reconocimiento de más del 75% en sus peticiones de asilo, quienes tendrán que dar sus huellas y hacer una declaración en los tres países propuestos.

El plan tiene otros elementos como un mecanismo permanente para resolver las lagunas del sistema de Dublín – que obliga a los refugiados a solicitar asilo en el primer país de entrada – , un fondo de 1.800 millones para apoyar a países del norte y del cuerno de África así como la región del Sahel y un plan de repatriaciones de inmigrantes ilegales que sea más eficaz. Según Bruselas en 2014 solo se repatrió al 40% de los inmigrantes ilegales que recibieron orden de expulsión por lo que en 2016 presentarán una propuesta legislativa para modificar el mandato de la agencia Frontex y pueda coordinar y también realizar labores de repatriación. Juncker anunció también que habrá nuevas propuestas para abrir vías de inmigración legal hacia Europa y pidió a los gobiernos que dejen trabajar a los refugiados desde el primer día porque solo ganándose la vida recuperarán la dignidad perdida.