Las opulentas petromonarquías del Golfo se niegan a aceptar refugiados
- A pesar de compartir lengua y cultura con sus vecinos ricos del sur, aquellos que huyen de los horrores del Estado Islámico deben encarar un éxodo largo y tortuoso hacia Europa- Las monarquías del Golfo no han rubricado la Convención del Refugiado de 1951, han financiado a combatientes en Siria y temen que un gran número de inmigrantes árabes políticamente activos desestabilicen sus frágiles estructuras sociales
Público, , 09-09-2015MADRID. – “Adivina cuántos refugiados sirios se han ofrecido a recoger Arabia Saudí y otros países del Golfo. Ninguno”. Así de claro se expresaba Kenneth Roth, director de Human Right Watch (HRW), para denunciar la insólita situación que enfrentan las personas que escapan del campo de muerte y destrucción en el que la guerra civil siria y el auge del Estado Islámico han terminado por convertir a Oriente próximo.Los refugiados no pueden dirigirse a los países del Golfo. En vez de ello, tienen que enfrentar un tortuoso éxodo hacia Europa, donde se encontrarán un mayor choque cultural, lenguas que no comprenden y Gobiernos reacios a sobrecargar unos estados del bienestar que han sufrido en menor o mayor medida los azotes de la crisis económica. “Los seis países del Golfo —Qatar, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudí, Kuwait y Bahrein— han ofrecido cero plazas de reasentamiento a los refugiados sirios”, revela el último informe de Amnistía Internacional. El estudio aclara que son Turquía, Líbano y Jordania los que están soportando la mayor afluencia de refugiados. En torno a 1,6 millones de ellos se han cobijado en Turquía, lo que equivale a más del 2% de su población. 618,615 han sido registrados en Jordania, donde ya representan casi el 10% de la población. El porcentaje llega al pico en el caso de Líbano, donde los refugiados sirios (1,1 millones) equivalen al 26% del resto de habitantes del pequeño país. Las petromonarquías del Golfo Pérsico, formadas en una élite rica que disfruta de los beneficios del oro negro apoyada en una base de mano de obra barata compuesta por inmigrantes de origen asiático (indios, esrilanqueses, filipinos o paquistaníes), se escudan en las “generosas donaciones” que hacen a ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados). Financian los campos de refugiados, afirman. Sin embargo sus fronteras permanecen cerradas.
“Que los estados del Golfo den dinero y trabajos inseguros, no es suficiente”, acusa Human Rights Watch
En los campos “no hay sitio para los refugiados sirios. Que los estados del Golfo den dinero y trabajos inseguros, no es suficiente”, acusa en este caso Roth, de HRW. En estos campamentos improvisados no hay trabajo para los refugiados, ni los servicios básicos para sus familias.(Habrá ampliación)
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