ACNUR advierte de que las leyes antiinmigración pueden convertir Hungría en un «caos»

Los inmigrantes y refugiados llegados desde Serbia al sur de Hungría siguieron ayer protestando por el trato dispensado por las autoridades locales. Pese a una mayor presencia policial, varios cientos de personas rompieron el cordón de los agentes cerca de Roszke, a pocos metros de Serbia, para no ser identificados en un campamento cercano y cansados de esperar en medio del campo durante horas.

La agencia de la ONU para los refugiados (Acnur) volvió a criticar la manera en que las autoridades húngaras están gestionando la crisis y ha expresado su temor por la nueva legislación antiinmigración aprobada en el Parlamento. Hungría puede acabar convertido en un «caos», ha advertido el director de Acnur para Europa, Vincent Cochetel.

Los policías corren entre campos de maíz y girasoles detrás de los extranjeros, con los que frecuentemente se producen forcejeos, pero finalmente estos acaban alejándose. Su intención es ir a pie hacia el norte, pero se encuentran a unos 180 kilómetros de Budapest. Su siguiente objetivo, si siguen la misma ruta que el grueso, es Viena (Austria), a 400 kilómetros, y Múnich (Alemania), a 850.

La situación se deteriora cada vez. La vía de tren que llega desde Serbia es un goteo permanente de personas. Es la forma más cómoda de no tener que pasar por la valla alambrada de 175 kilómetros que las autoridades húngaras están acabando de levantar. Muchos tratan de escapar de la Policía y se dirigen hacia Szeged, a una quincena de kilómetros en dirección a la capital. En esta ciudad es fácil ver a grupos de inmigrantes y refugiados con niños y bebés deambulando por las calles, durmiendo en jardines o acercándose a comprar en supermercados.

Otros permanecen bajo la autoridad policial, que de la manera más ordenada posible, organiza el traslado en autobuses hacia un campamento levantado a un kilómetro de allí donde serán identificados y preguntados sobre si quieren pedir asilo. Debería ser un paso más hacia una vida