“En Budapest mal, en Viena muy bien”
La sonrisa y los pulgares levantados se tornan en gestos de desagrado al recordar lo vivido en Hungría
Diario de noticias de Gipuzkoa, , 07-09-2015Budapest mal. Austria, muy bien”, resume su experiencia Ali, un refugiado iraquí que ha llegado a Viena desde Hungría y que esperaba proseguir en tren hacia Alemania su huida de la guerra en su país. En un inglés escaso y ayudándose de la mímica, Ali y tres compañeros cuentan en la estación oeste de Viena (Westbahnhof) el diferente trato recibido en los dos países vecinos. La sonrisa y los pulgares levantados que muestran al preguntar por el recibimiento en Austria se tornan en gestos de desagrado cuando recuerdan lo pasado en Hungría. “Budapest, problemas. Policía”, dicen, mostrando rasguños en las manos y repitiendo el típico gesto de golpear algo con fuerza. La pasada madrugada, otros mil refugiados entraron a pie en Austria procedentes de Hungría. Son ya unos 10.000 los que han entrado al país procedentes de su vecino desde que el viernes Austria y Alemania anunciaran una política de puertas abiertas. La mayoría de los que llegan, siguen camino hacia Alemania y otros países del norte de Europa, como Noruega o Suecia.
“Unos 600 pasaron aquí la noche del sábado al domingo. Otros 1.300 salieron la pasada medianoche hacia Salzburgo”, explica Stephan Waldner, uno de los coordinadores del dispositivo puesto en marcha por Caritas Austria para atender a los refugiados. En la estación, un puesto de información con traductores en varios idiomas atiende a los refugiados. Hay también un puesto de atención médica, donde se tratan principalmente casos severos de agotamiento y pies heridos y sangrantes, debido a las largas caminatas que muchos refugiados han acumulado en sus esfuerzos por salir de Hungría, donde muchos de ellos han estado días varados.
Los carteles de Thank you, Austria, colgados en las paredes refuerzan la idea de que, de momento, el trato aquí ha sido muy distinto al recibido hasta ahora. “La ÖBB, los servicios de seguridad, la Policía, Cáritas, las organizaciones de salvamento. Toda la organización funciona muy bien. Pero no podría haber sido así sin la colaboración civil”, explica Waldner. La afluencia fue tal que las organizaciones de ayuda han pedido a los austríacos que no traigan más mantas o ropa. “El sábado llevamos cuatros camiones llenos de ropa a un almacén, para ir distribuyéndola conforme la necesitemos”, cuenta el trabajador de Cáritas.
Donaciones para los billetes Lo que más falta hace ahora es donaciones para pagar los billetes de tren para los refugiados que siguen su viaje, aunque incluso en eso las autoridades austríacas parecen haberse volcado. De hecho, el presidente de ÖBB, Walter Kern, dijo en declaraciones a la televisión pública que una situación limite como esta “requiere una respuesta pragmática”. Por eso, reconoció, los revisores en los trenes se mostrarán generosos y flexibles con los refugiados. Ante declaraciones de este tipo, el trabajador de Cáritas habla de “una situación emocionante” en el país.
Pero al mismo tiempo, se supo además que unos 4.000 refugiados llegaron en las últimas 24 horas al norte de Serbia, dispuestos a cruzar la frontera hacia Hungría. Esto demuestra que la ola migratoria de Oriente Medio aún no se ha detenido en el sureste de Europa y que muchos miles están todavía por llegar para cumplir su sueño de una vida mejor en Europa Occidental, sea en Alemania o en otro país.
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