El largo camino de la integración
Los puntos de encuentro «de igual a igual», esenciales para las mujeres africanas migrantes
El Mundo, , 07-09-2015Cuando llegó de Senegal, a Fatou
Bueno le sorprendieron muchos aspectos
de Euskadi. Algunos, tan cotidianos
como dónde encontrar las
cosas o la frialdad con la que pueden
llegar a convivir los vecinos de un
edificio. «En Senegal la gente vive en
comunidad y aquí cada uno va por
su camino y los vecinos pueden llegar
a cruzarse sin saludarse», recuerda.
Otras, más relevantes. Y aunque
resalta que ha conocido a vascos que
la han apoyado cuando ha pasado
momentos duros, como africana sabe
por propia experiencia que el de
la integración no es un camino fácil.
Y para las mujeres, menos.
Desde hace varios años, ella colabora
con la asociación Mboolo en Vitoria,
que agrupa a inmigrantes senegaleses,
fomenta los vínculos entre
ellos y facilita prestarse los
apoyos necesarios para enfrentar
problemas y necesidades concretas,
además de organizar encuentros o
fiestas culturales con las que conocerse
mejor e, incluso, establecer
puentes con otras culturas. «Es muy
difícil mantener tu cultura y las relaciones
de allí y, al mismo tiempo,
abrirte a la de aquí», reconoce.
Una de las principales barreras
en el camino de la integración, indica,
es la del aprendizaje del idioma.
Otra, la de encontrar puntos
de encuentro con el resto de la comunidad.
Por eso, recientemente
participó en los Té encuentros promovidos
por Gora Gasteiz, que
buscaban acercar a mujeres gasteiztarras
de distintos orígenes. «Si
nos conocemos un poco más es
más fácil que tengamos confianza
o que nos atrevamos a pedirnos cosas
unas a otras», reconoce.
La de los espacios de encuentro
«de igual a igual», sobre todo entre
las personas migrantes y las de la
propia comunidad vasca, constituye,
de hecho, uno de los desafíos
más importantes a juicio de Filomena
Abrantes, presidenta de la
Asociación ‘Afro’ de Residentes
Afroamericanos, que desde hace
años trabaja activamente para apoyar
a las personas migrantes en todas
las dificultades que puedan encontrarse
en Euskadi.
Problemas para entender las leyes
y procedimientos del país de
acogida, cuestiones prácticas como
dónde comer o dónde dormir… Son
algunas de las cuestiones que a diario
resuelve la Asociación de Residentes
Afroamericanos, que cuenta
además con recursos propios de
El largo camino de la integración
Los puntos de encuentro «de igual a igual», esenciales para las mujeres africanas migrantes
acogida y pisos específicos para
mujeres en situación vulnerable.
Pero más allá de estas necesidades
de primer momento, el de la integración
es un camino largo. Y entre
muchas cuestiones, el contacto
con el resto de la sociedad, en posición
«de igual a igual», es clave. Sólo
con estos encuentros, resalta Abrantes,
puede producirse el «trasvase de
conocimientos» necesario para conseguir
la integración en la comunidad
vasca y el enriquecimiento mutuo.
Porque, indica, al igual que «la
sociedad donde uno llega», las personas
migrantes «también tienen
otros saberes». Unos, destaca, «son
positivos»; otros, reconoce, no tanto.
Entre estos últimos Abrantes se
refiere, entre otras cuestiones, a la
práctica de la ablación, que recientemente
saltó a la actualidad informativa
cuando, tal y como informó
EL MUNDO, se conoció el caso de
tres menores que, en un viaje de
vacaciones a Mali, habían sido sometidas
a esta intervención.
En cuestiones como esa, destaca
Abrantes, lo más importante en el
camino hacia la sensibilización es
«no demonizar» a las personas de las
comunidades donde estas prácticas
son tradición, sobre todo porque con
ello puede conseguirse el efecto contrario
y provocar el «enrocamiento».
«Un camino es el de la Justicia y otro
el de la pedagogía», resalta. Y en éste,
hace hincapié en la importancia
de la participación de los propios
africanos en la elaboración de protocolos
y planes de actuación, por el
papel de confianza que tienen entre
las propias comunidades.
En la línea de la sensibilización
contra la ablación, entre otras muchas
cuestiones, trabajan precisamente
en la Asociación de Mujeres
de Mali de Vitoria-Gasteiz, cuya
portavoz, Aminata Touré, explica
que no siempre es fácil este trabajo
y que, muchas veces, las mujeres
se enfrentan al prejuicio de la
propia comunidad.
Aunque éste, explica, no es el
único problema que tienen que enfrentar
las mujeres migrantes en el
camino de la integración. «Ahora
quizá sea más fácil, pero hemos sufrido
mucho», recuerda Touré,
quien entre las muchas dificultades
destaca la de la incorporación al
mercado de trabajo. «Antes de la
crisis era difícil encontrar trabajo
porque no nos autorizaban la residencia;
ahora que eso se ha solucionado,
sigue siendo difícil porque
no hay trabajo», lamenta.
EL ESPACIO LABORAL, PIEZA CLAVE
El de la incorporación al mercado sociolaboral es, según explica
Filomena Abrantes, una dificultad «evidente» a la que se enfrentan
las mujeres africanas. «Unas, por la religión o por el velo; y
otras, por el color y ese imaginario colectivo que les presupone menos
conocimiento o que no saben hacer las cosas», dice. Sin olvidar
la cuestión idiomática, que condiciona a las mujeres muchas
veces para que su núcleo de convivencia sigan siendo sus iguales
y no la sociedad vasca en su conjunto. Por eso, Abrantes resalta la
importancia de fomentar espacios de encuentro con la comunidad
vasca y hacerlo «en lo más cotidiano» –porque la vida «es cotidiana»–
para así abrir nuevos referentes más allá de los del país de origen.
En esta posición coincide Fatou Bueno, quien recuerda que «es muy
difícil estar en un país donde no has nacido, que no conoces…» y pide
por ello a la comunidad local que facilite «a la gente de fuera la
integración». «Da igual de dónde viene uno: compartimos ciudad y
debemos facilitarnos mutuamente la convivencia», resalta.
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